Isasaweis Escritora y bloguera
OPINIÓN

El árbol de las preocupaciones

Una persona rodea con sus brazos a un árbol.
Una persona rodea con sus brazos a un árbol.
GTRES
Una persona rodea con sus brazos a un árbol.

Hace tiempo, un amigo nos contó algo que me encantó. Decía que su madre le había enseñado que debía poner especial cuidado en decorar la entrada de su casa. La mujer argumentaba que ese espacio era fundamental en un hogar porque ahí era donde debían dejarse todas las preocupaciones.

Tiempo después, encontré que existía una fábula al respecto, El árbol de las preocupaciones. Dice así:

"Un rico comerciante contrató a un carpintero para reparar su casa de campo. Tras varios días, se acercó para comprobar cómo estaba yendo la obra y encontró que el carpintero estaba desesperado porque había sufrido toda serie de contratiempos. Incluso, ese día, su furgoneta se había estropeado. El comerciante, al ver al hombre frustrado y sin forma de regresar a su hogar, se ofreció a llevarle. Durante el trayecto, el carpintero se mostró triste y muy enojado por todo lo que le había ocurrido. Al llegar, invitó a su jefe a pasar pidiéndole que se quedara a cenar con su familia. En la puerta de la casa, el comerciante observó cómo el carpintero se acercó a un árbol que tenía allí plantado y lo acarició durante un momento. Cuando entraron, era un hombre distinto. Se mostró feliz, conversó, disfrutó de la cena y pasó una agradable velada con su familia. Al acabar, el carpintero despidió a su jefe, y al pasar por delante del árbol, este le preguntó: ‘¿Qué tiene de especial este árbol y por qué lo acariciaste antes de entrar?’. El carpintero respondió: ‘Es el árbol de las preocupaciones. No puedo evitar tener problemas en mi día a día, pero no tengo por qué llevármelos a casa. Cuando lo toco, dejo ahí las preocupaciones y las vuelvo a recoger al día siguiente cuando empiezo la jornada. Lo interesante es que con el nuevo día los problemas no me parecen tan importantes como cuando los dejé la noche anterior’".

Al leer esta fábula, entendí que el hall de su casa era para la madre de mi amigo su árbol de las preocupaciones y pensé que todos deberíamos tener el nuestro.

Es inevitable tener preocupaciones. No en vano, nuestra mente tiende a ocuparse la mayoría del tiempo del dolor por lo que hemos hecho o por lo que nos han hecho y de las dudas y miedos por lo que haremos. Sin embargo, siempre existen cosas buenas a las que agarrarnos, y no dejar que les afecte es vital para sentirnos reconfortados.

Buscad vuestro árbol de las preocupaciones y aprended a dejarlas ahí. Sin duda, el mío es el deporte.

No obstante, creo que hay dos tipos de preocupaciones: las que están en tu mano y las que no. Y yo, que soy incapaz de no luchar por aquello que quiero, dejo en mi árbol solo las segundas, porque pienso que por estas no puedes hacer nada, pero por las primeras, por esas... creo que debes hacerlo todo.

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