OPINIÓN

Coronavirus: tragedia y farsa

Varias turistas con mascarillas en Roma, Italia.
Varias turistas con mascarillas en Roma, Italia.
ETTORE FERRARI / EFE
Varias turistas con mascarillas en Roma, Italia.

Que nuestros gobernantes no tienen memoria es sabido desde tiempo inmemorial. Que los pueblos carecemos de ella, también. Lo peor de este último nuevo virus no es tanto, siendo tremendo, el número de víctimas mortales que ya se ha cobrado con inusitada rapidez. Lo más preocupante, por ser una nueva prueba de que la estupidez humana no conoce límite, es la velocidad con la que se ha propagado la histeria. 

Antes de la posible declaración oficial de esta epidemia como pandemia -qué deliberada y exasperante ambigüedad la de los altos organismos internacionales, la OMS en este caso- las bolsas se han hundido, los precios del petróleo y del gas han comenzado a dibujar una gráfica que preludia una caída en barrena que ya está derivando en una menor actividad económica y por tanto en un menor consumo energético, con unas previsiones de crecimiento mundial a la baja.

¿Hay motivo? No… al menos todavía. Repetiré el manoseado dato de que la gripe común mata al año a no menos de seiscientas mil personas y lo asumimos desde hace siglos, antes sin vacunas hoy con ellas, sin guardar kilométricas colas a las puertas de farmacias y supermercados, acaparando productos de primera necesidad y mascarillas que probablemente no utilizaremos -aunque algún pícaro piense ya en revenderlas- y que sí hacen auténtica falta a enfermos oncológicos o con graves patologías. 

Hace ya días que Rusia prohibió la entrada en su territorio a cualquier ciudadano chino. ¿Quiénes serán los próximos en sufrir el veto? ¿Los italianos? ¿Y después?... porque España apunta maneras tras los últimos casos detectados en Barcelona o el serial del complejo turístico tinerfeño.

Víctimas, pero no de un virus

El populismo se frota las manos mientras a muchos nos asalta la duda de si este pánico infundado no será una depurada estrategia de inteligencia -de laboratorio, nunca mejor dicho- perfectamente orquestada y planificada para hundir económicamente a los rivales. Me ha llamado poderosamente la atención que el segundo país más afectado sea Irán, por el momento. 

No caeré en la fácil demagogia de investigar cuántas grandes multinacionales farmacéuticas tienen ya desarrolladas posibles vacunas, pero no he podido evitar evocar estos días dos inquietantes películas que no han perdido un ápice de frescura, a pesar del tiempo: El jardinero Fiel y Estallido. Esta representación que nos sirve en las últimas semanas la vida real ya la hemos visto antes. 

¿Quién se acuerda de la “Gripe A” que “amenazaba” con diezmar la población mundial? ¿Y de aquellos millones de dosis de antídoto que el entonces gobierno socialista adquirió y que fueron almacenados en grandes naves industriales de la provincia de Burgos sin llegar a ser desprecintadas? Todos terminaron, terminamos, por lavarnos las manos varias decenas de veces al día. Tal y como recomendaba la OMS.

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