
La vuelta al bipartidismo es cuestión de tiempo. No hay más que ver el lío que hay en el Parlamento para deducir que los dos bloques se terminarán uniendo. El foco está en el centro-derecha, donde en el PP primero y ahora en Cs, se empiezan a dar cuenta de que solo en coalición podrán gobernar, con permiso de Vox. Después del éxito de Navarra Suma, Casado pidió a Rivera una coalición similar. Ahora, tras la debacle de Cs, es Arrimadas la que lo propone para Cataluña, Euskadi y Galicia. Más vale tarde... La cuestión está en si lo aceptará Feijóo, que va a la suya y que se presentará a las elecciones gallegas –no hay más que verlo–, y en si los críticos permitirán a Arrimadas sellar un pacto de estas características. De momento, Vox no está ni se le espera, pero no tardará en percatarse de que sin "[España] Suma" tampoco pisará moqueta.
En el recuerdo queda la coalición que formó en 2016 Unidos Podemos, cuando se demostró que los votos de Podemos y los de IU por separado no sumaban los mismos que juntos. Sin embargo, ahí estuvo la Ley D’Hont para corregirlo: a pesar de que en coalición perdieron 1,2 millones de votos, los diputados que lograron fueron los mismos que por separado (71). La experiencia no les debió de ir mal, porque han repetido.
En el centro-izquierda, la situación es similar. En su día, Iglesias dijo a Sánchez: "Sin Podemos no será presidente nunca". Y así fue, hasta que no hubo apoyo, no hubo Gobierno. No tardando, concluirán que si no quieren depender de los independentistas, en coalición les irá mejor. Hay que ser consciente de que si dos y dos no suman cuatro, ahí estará la Ley D’Hont para enmendarlo: la unión hace la fuerza.
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