Antoni Daimiel Experto en NBA
OPINIÓN

Kobe Bryant: una semana de duelo

Los admiradores de Kobe Bryant velan la muerte de su ídolo junto al mural "Mamba on Melrose".
Los admiradores de Kobe Bryant velan la muerte de su ídolo
EFE
Los admiradores de Kobe Bryant velan la muerte de su ídolo junto al mural "Mamba on Melrose".

La llegada de Kobe Bryant a la NBA, la manera en la que se adjudicó el relevo de Michael Jordan (tomó el testigo en segunda posta y salió corriendo), su retirada, su elección de LeBron James como siguiente relevista y su despedida abrupta de este mundo componen un relato que cuesta menos relacionar con el azar que con la minuciosidad de un guionista ciertamente caprichoso. La manera de urdir lazos con Jordan, atarlos, desatarlos y volverlos a anudar con Shaquille O’Neal, los vínculos con Pau Gasol y su historia con LeBron es realmente elaborada.

Philadelphia fue la ciudad que lo alumbró, como había ocurrido con su padre Joe. Toda una herencia de libertad y baloncesto. Y fue en Philadelphia precisamente donde, en febrero de 2002, conoció personalmente a LeBron James, entonces un joven de 17 años recién cumplidos que viajó desde New Jersey en coche junto a su entrenador para dejarse ver y, sobre todo, conocer a Kobe Bryant. Se vieron en el Hotel Intercontinental y Kobe le regaló un par de sus botas. LeBron James jugó al día siguiente con ellas, aunque Kobe gastara un número menos de pie. Fue precisamente en aquel evento de Philadelphia cuando, unas horas después, Kobe Bryant ganó su primer MVP en un partido de las estrellas.

Pau Gasol ya lo conocía. De hecho ya se había enfrentado cuatro veces a los Lakers en aquella su primera temporada en la NBA. Gasol conoció enseguida, a la perfección, en la práctica y sobre la pista quién era Kobe Bryant. La primera vez que se enfrentaron, Shane Battier, compañero también novato de Pau Gasol, le amargó el partido a Kobe con su defensa. Dejó a Bryant en 13 puntos pero los Lakers ganaron. Al siguiente enfrentamiento Bryant ya había visto en vídeo en varias ocasiones los argumentos defensivos de Battier y respondió con un partido de 36 puntos. Pero los Lakers perdieron. Bryant lo agendaba, lo apuntaba todo. Y al tercer enfrentamiento, sin piedad ni perdón, Kobe Bryant le metió 56 puntos a los Grizzlies de Gasol y Battier y los Lakers vencieron por 39 de ventaja.

La vida sigue, el show debe continuar. Los partidos se suceden a ritmo vertiginoso y las familias de los fallecidos y los aficionados de todo el mundo aprenden poco a poco a vivir sin ellos. Vanessa Bryant ya muestra su pesar y agradece las muestras de cariño a través de Instagram.

Los días pasan, la herida sana, la cicatriz queda. Los Lakers sienten el peso de la responsabilidad y el legado mientras que su pabellón del Staples Center ha pasado de ser un recinto deportivo de lujo y moqueta a ser un santuario de rezo y recogimiento. Además, en el momento quizás de mayor desamparo de su historia como franquicia, LeBron James se ha cargado a los Lakers sobre su espalda. LeBron ya es plenamente Lakers y los Lakers son plenamente de LeBron. Solo pueden ganar porque Bryant no puede ni querría llevarse del todo los días de gloria. Y porque si no lo hacen Kobe les torcerá el gesto.

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