OPINIÓN

Biblioteca de cosas

Desorden en casa
Imagen de un baño desordenado.
GTRES
Desorden en casa

El titular puede inducir a engaño. La biblioteca de las cosas no es un lugar donde los libros, de tan poco interés como suscitan, se hayan convertido en cosas de papel, de esas que la gente antes consultaba y ahora provocan indiferencia. No van por ahí los tiros. Propone organizar y ofrecer públicamente verdaderas cosas, trastos, utensilios, herramientas. Compartirlas igual que ya hacemos con la ropa (Ecodicta, Ouh Lo Là, Le Tote), el coche (Blablacar, Amovens), el piso de vacaciones (Airbnb, Homeaway), la moto (MotoShare) y hasta el patinete. En esta nueva era de la economía colaborativa, frente al tradicional culto a la propiedad privada avanza con fuerza el alquilar en lugar de comprar. Numerosos países, curiosamente los más consumistas del planeta, empiezan a inaugurar este tipo de extraños establecimientos.

Hablemos del taladro. ¿De verdad es imprescindible tener uno en casa? Salvo que seas un friki del bricolaje, se supone que lo usaremos una media de apenas 13 minutos a lo largo de toda su vida útil. Poca utilidad para un trasto que nos llena una cajonera de las grandes. Se lo podrías pedir al vecino, pero parece mucho morro y seguramente tampoco lo tenga o lo mime como si fuera su gato. Y ahí es donde la biblioteca de las cosas nos ofrece un mundo de cachivaches para usar a precio simbólico y devolver.

Llámalo alquiler barato si lo prefieres, pero es la mejor de las soluciones posibles. Te pasas por allí un viernes por la tarde, recoges por dos duros taladro, atornillador, caladora, martillo y escuadra, te enredas el finde con esos nuevos muebles y el lunes lo devuelves todo. Al final te queda la casa más despejada que si se hubiera pasado por allí Marie Kondo con su magia del orden.

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