Isasaweis Escritora y bloguera
OPINIÓN

"La televisión no se ve por las mañanas"

También es común que haya televisores en las habitaciones, pero prácticamente ningún experto lo recomienda. Más allá de que emita luz azul, que dificulta el sueño, también es una enorme fuente de distracciones que hace que se retrase el momento de dormir.
Una imagen de archivo de un niño viendo la tele.
Pixabay/mojzagrebinfo
También es común que haya televisores en las habitaciones, pero prácticamente ningún experto lo recomienda. Más allá de que emita luz azul, que dificulta el sueño, también es una enorme fuente de distracciones que hace que se retrase el momento de dormir.

En casa de mis padres no se veía la televisión por las mañanas. Mi padre nos lo tenía prohibido: "¡La televisión no se enciende!". Y nosotros lo asumíamos, eran las normas. De niña nunca me pregunté cuál sería el motivo por el que en mi casa no se podía ver la televisión a primera hora del día, y ahí se quedó, enterrado entre mis recuerdos.

Dejemos un momento el pasado muy lejano y vayámonos hasta un pasado más reciente, digamos hace tres días, y la ubicación mi casa, pero la mía de ahora, la de una mamá con dos hijos.

¡Jolín con las maquinitas dichosas, en qué momento os las trajeron los Reyes!

Sábado, seis de la mañana, oigo desde mi cama cómo mis hijos cuchichean en las suyas. No entiendo lo que dicen, pero imagino lo que pasa. Saben que a las consolas solo se juega el fin de semana, a diario ni se huelen (¡las normas de la casa!), y es sábado. El pequeño, que es menos dormilón, se ha despertado, y por orden de su hermano –seguramente– le ha despertado a él. Saben que hoy se puede jugar y estarán tramando si ya podrán levantarse y ponerse manos a la consola.

Les doy una voz desde la cama: "Os estoy oyendo, son las seis de la mañana, haced el favor de seguir durmiendo que no son horas... ¡A dormir!".

Me hacen caso. Me doy la vuelta y sigo durmiendo yo también.

Siete de la mañana, oigo a uno en el baño, tira de la cadena y sale corriendo.

Esta vez me levanto y voy hasta su habitación. Duermen con la puerta abierta y la luz apagada. Me quedo en el marco: "Vamos a ver, ¿qué os he dicho? ¡Que son las siete de la mañana, que ni siquiera es de día aún, que me da igual que sea sábado, que no os levantéis, que hay que descansar, que si oigo un ruido más, ni consola ni consolo, la guardo en un cajón y aquí no juega a los jueguitos nadie en un año! ¡Jolín con las maquinitas dichosas, en qué momento os las trajeron los Reyes! Si hubieran sabido que ibais a tener este comportamiento, seguro que no os la hubieran traído, ¡que parece que no sabéis hacer otra cosa! Lo dicho, a dormir, no quiero oír una palabra más, y como la oiga ¡se acabaron las consolas para siempre! ¿Me habéis oído?" (silencio). "¿Que si me habéis oído?" (más silencio).

"Resulta reconfortante ver que, a pesar de tanto avance y tanta tecnología, en lo básico, el ser humano sigue siendo igual"

Hosti, los he dejado secos con la bronca... Enciendo la luz para ver sus caritas de "sí mamá, es que nos has dejado sin palabras"... ¡y me encuentro las camas vacías! Voy para el salón y allí me encuentro a los dos angelitos ¡jugando a la consola! Jajaja. En fin...

Y me acordé de mi padre y de su norma de que en casa no se veía la televisión por las mañanas, seguramente consecuencia de alguna historia parecida en la que sus hijos se levantaban a las 6 de la mañana para pegarse a la televisión. Así que, muerto el perro... Resulta reconfortante ver que, a pesar de tanto avance y tanta tecnología, en lo básico, el ser humano sigue siendo igual.

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