Encarna Samitier Directora de '20minutos'
OPINIÓN

Murcia, el PP y el caso del boxeador noqueado

Inés Arrimadas junto Ignacio Aguado, durante la rueda de prensa que han ofrecido este martes en L'Hospitalet.
Inés Arrimadas junto Ignacio Aguado.
QUIQUE GARCÍA / EFE
Inés Arrimadas junto Ignacio Aguado, durante la rueda de prensa que han ofrecido este martes en L'Hospitalet.

Como el boxeador noqueado que se levanta de las cuerdas, el Partido Popular ha vuelto al combate en el ring sin reglamento de la política española. Lo que pasa en Murcia se queda en Murcia, sentenció la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, al día siguiente del anuncio de la moción de censura que ha desencadenado un terremoto de consecuencias perfectamente previsibles para su formación. Y por ver todavía en los demás.

Lo que pasa en Murcia no se ha quedado ni se quedará en esa comunidad. La moción de censura planeada con el PSOE, que fracasará porque tres de los seis diputados de Ciudadanos se retractaron de lo firmado y han entrado al gobierno del PP, ha confirmado la profunda fractura del partido y puede desangrarlo hasta la muerte. Si la cúpula de Ciudadanos buscaba escenificar su centralidad y una apariencia de relevancia, el fiasco ha sido absoluto.

El PSOE tampoco consigue su objetivo de revitalizar a Ciudadanos, clave en su estrategia de dejar al PP supeditado exclusivamente a Vox y, por lo tanto, como aspirante perpetuo a La Moncloa, tanto que el trabajo prioritario de Pablo Casado está siendo amarrar la presidencia del partido, mucho más que pensar en el Gobierno de la nación. Al partido de Sánchez se le complica su pendiente apertura a socios de centro que alivien su dependencia de Unidas Podemos y sus aliados independentistas.

La Justicia, una vez más cuando la política se enreda en un bucle pernicioso, dirá antes del martes si habrá elecciones en la Comunidad de Madrid o prevalecen las mociones de censura lanzadas por PSOE y Más Madrid tras el anuncio sorpresa —pero no tan sorprendente— de la convocatoria electoral de Díaz Ayuso. Tiene el viento a favor, pero se juega repetir en la presidencia a una carta. Madrid tiene un 'microclima' político —como otras comunidades, por otro lado—, y seis partidos en estos momentos en la Asamblea —PSOE, PP, Ciudadanos, Mas Madrid, Vox y Unidas Podemos—. En unas muy probables elecciones, las previsiones de los primeros sondeos indican que los votantes de Ciudadanos se repartirían entre PP y PSOE, por este orden, y que los populares adelantarían de largo a los socialistas. El partido de Abascal puede quedar frenado en su ascenso, nada que ver con el sorpasso en Cataluña al PP, y comprobar que parte de sus votos son prestados. En una resurrección del bipartidismo y del voto útil, Podemos lo tendría muy difícil.

Lo que pase en Madrid no se quedará en Madrid. Afectará de lleno a toda la derecha, para debilitarla o para reunificarla; al liderazgo interno en el PP, para reforzarlo o para socavarlo; y a la estabilidad política de España. La caída libre de Ciudadanos —con un necesario centrista muy parecido al de millones de votantes que se han ido sintiendo desconcertados por sus errores—, no es una buena noticia para nadie. Más si se precipita por maniobras partidista en un país en pandemia y crisis económica, que lo último que necesita es cortoplacismo.

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