
Cuesta a veces asumirlo, pero Leo Messi ya no es el mejor jugador del mundo. Es probable que ni siquiera lo sea tampoco de su nuevo equipo, el PSG. Pero pese a ello, el recuerdo de lo que fue, un gigante imparable, lleva a pensar a los que eligen el Balón de Oro (periodistas de diversos países) que el argentino sigue siendo el que fue. Y así se ha llevado su séptimo reconocimiento de la revista France Football.
Hace tiempo que el argentino ya no es decisivo en Europa, el verdadero termómetro para valorar a los jugadores, Son ya seis años sumando un batacazo continental tras otro con goleadas sonrojantes en contra en las que Messi ni mostró el fútbol de sus mejores años ni tampoco el carácter para levantar a su equipo, el Barça. Y, pese a ello, sigue sumando Balones de Oro gracias a sus buenas cifras goleadoras y de asistencias y, en esta ocasión, una Copa América, su primer gran título con Argentina tras más de 15 años con la Albiceleste. Escaso bagaje ante los méritos de sus rivales, especialmente los de Robert Lewandowski.
El criterio de este premio es más que cuestionable y su credibilidad queda más tocada aún. La creación del premio al mejor goleador, para premiar al implacable delantero polaco, solo demuestra la mala conciencia de los organizadores.
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