Mercè Perea Diputada del PSC en el Congreso y portavoz de la Comisión del Pacto de Toledo del GPS
OPINIÓN

La 'Ley Rider': una oportunidad para diseñar un futuro cierto

Una repartidora a domicilio en Barcelona.
Una repartidora a domicilio en Barcelona.
ACN
Una repartidora a domicilio en Barcelona.

El PSC celebró el 1º de mayo con una convocatoria: “El trabajo en el mundo de los algoritmos”. Un título que lleva implícito qué futuro del trabajo se divisa; qué sociedad queremos ser, y cómo vamos a transitar ese camino.

La implantación de los nuevos modelos de negocio de la cuarta revolución tecnológica ha venido para quedarse. La palabra “algoritmos” está instalada en nuestra cotidianeidad y la Covid-19 ha servido para acelerar ese proceso.

En España, de no remediarlo, la cuarta revolución digital nos presenta una cara de precariedad. Las personas trabajadoras en plataformas digitales acostumbran a ser desempleadas, jóvenes, y muchas de ellas migrantes, que se agarran a esos empleos como a hierro ardiente.

Si queremos revertir esa realidad, urge reaccionar a velocidad de vértigo y transitar hacia un objetivo unívoco: el de proteger a la parte más débil en las relaciones laborales: el trabajador.

Debemos proteger a la parte más débil en las relaciones laborales: el trabajador

La revolución industrial llevó a la creación del derecho del trabajo precisamente para proteger al trabajador frente a la arbitrariedad del poder empresarial. La reforma laboral del Partido Popular de 2012 socavó esa protección y hoy el empleo precario se extiende por más capas sociales. Se ha ampliado la brecha social entre los que más y menos tienen.

Muchos de los nuevos modelos de negocio tienen los mismos patrones y, de hecho, hay voces que alertan que la revolución digital será un tsunami que agravará la precariedad actual. Muchas de estas empresas están más en el camino de la desregulación que en el de la protección de un empleo digno. Huyendo del derecho del trabajo, descentralizan sus componentes y así reducen costes para incrementar beneficios. Cambian a trabajadores por falsos autónomos.

Decía Felipe, trabajador rider que intervino en el acto del PSC, que estamos viendo solo la punta del iceberg de un entramado de negocios en los que, multitud de trabajadores viven jornadas interminables, sin seguridad de ingresos, sin salud laboral, y compitiendo día a día con otros trabajadores gracias a los algoritmos. Esto tiene nombre y apellidos: precariedad laboral y pobreza.

Se dice que la historia está para no repetirse. El reciente acuerdo en el diálogo social para las plataformas digitales de reparto marca un camino de certeza al vincular el derecho del trabajo a esta realidad. Y, la futura ley ha de dejar claro, negro sobre blanco, que la relación entre la plataforma y los rider es una relación de dependencia y, en consecuencia, protegida por el derecho del trabajo. Por otra parte, hay que ensalzar el papel central que juegan y jugarán los agentes sociales, quienes ejercerán el control sobre los algoritmos. Una conquista clave.

Hoy los y las legisladoras hemos de poner 'pie en pared' ante la incertidumbre. Y ello pasa por que los empleos den a las personas estabilidad, posibilidad de emancipación y posibilidad de llevar a cabo su proyecto vital. Todo un desafío económico y, desde luego, social.

La 'Ley Rider' es la primera oportunidad. Una ley pionera que ha de ser la palanca del futuro Estatuto de los Trabajadores del siglo XXI en la que el trabajo digno sea el núcleo de las relaciones sociales en una sociedad justa e inclusiva.

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