Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

Vivir en la burbuja de la mentira

Aún se desconoce la fecha del lanzamiento oficial.
Imagen de archivo de la aplicación de Twitter
Pixabay
Aún se desconoce la fecha del lanzamiento oficial.

No hay mayor poder destructivo que el de la mentira. No hay mayor totalitarismo que la falta de verdad. Si se compara con los viejos fascismos y comunismos, el nuevo totalitarismo digital presenta una faz amable, enredado entre algoritmos y alternative facts.

La posverdad es una forma de totalitarismo que nos ha cogido desprevenidos, y en el que se forjan negaciones de la realidad a un ritmo vertiginoso. Ya no se trabajan ideales ni ideologías, sino que la impureza democrática de las trituradoras digitales de la verdad nos hacen inexorablemente súbditos. Y miembros de una tribu de seres irreflexivos y acríticos, acomodados en los dogmas incontrastables de los míos. La verdad es lo que los míos defienden. Solo existe la verdad de mi burbuja, porque fuera no hay nada, nada que me conmueva, nada que me lleve a pensar que puedo estar equivocado.

"Todos acabamos viviendo en una isla, en una burbuja, fuera de la cual no hay nada"

Pongamos ejemplos que afecten a clanes opuestos de nuestro país: es tan absurdo pensar que la Venezuela de Maduro es un Estado de derecho como pensar que con Franco se vivía mejor. Es tan absurdo pensar que todos los musulmanes son unos terroristas como absurdo es pensar que todos los ricos son unos ladrones. Es tan absurdo pensar que todos los males de nuestro país derivan de la inmigración ilegal como absurdo es pensar que todos los hombres son genéticamente machistas. 

Pues bien, por absurdo que sea todo lo anterior, hay millones de españoles que ya no se mueven. Consumistas de verdades a granel fabricadas como mercancía averiada por su tribu de pertenencia, nunca reconocerán que están equivocados. Escuchan solo a los suyos, a aquellos que dicen lo que quieren oír, a aquellos medios afines que confirman diariamente sus puntos de vista preconcebidos. Todo el mundo en Twitter está de acuerdo con sus tesis y siempre te dan la razón sin que nadie te dé la opción de replantearte las certezas y las verosimilitudes de lo que has aceptado como verdad tribal. Es más, cada vez muestras una mayor ira contra quienes piensan de modo diferente al tuyo. De la indiferencia hacia el otro al resentimiento y hasta el odio hay una línea muy tenue de separación.

Si antes el pensamiento único lo imponía un poder superior castrante, ahora el pensamiento único de la unanimidad es una opción cómoda que buscan millones de personas. El confort del consenso y la aniquilación de la disidencia ideológica conducen irremisiblemente a no pensar. ¿Para qué? El efecto final es que todos acabamos viviendo en una isla, en una burbuja, fuera de la cual no hay nada. Y, entre tantas burbujas, en España todavía hay Sanchos que reclaman a los Quijotes de molinos digitales que entiendan que la verdad es el primer paso para volver a pensar libremente.

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