Se cumplen cien años de la invención del theremín, que no es un aspirador ni una trituradora de apio y zanahoria, sino uno de los primeros instrumentos musicales electrónicos que se controla sin necesidad de contacto físico. Su timbre plañidero es como el lamento de un zancudo en una playa de Cádiz, un chelo sonando en la lejanía de la niebla de Mondoñedo, o el canto de Moby Dick en el mar de Guetaria. 

Un sonido inclasificable de un instrumento que se toca sin tocar. Un timbre con un vibrato singular que cuando se escucha ya no se olvida. Se le ama o se le detesta. Es extravagante, casi imposible, siempre intangible. Como señalan los maestros de la partitura, resulta muy difícil de afinar. Si tienes un buen día de concentración puedes hacer grandísimas cosas pero, si estás despistado, puedes hacer del artilugio un instrumento desafinado para la perturbación del ser humano. 

España es un país capaz de todo cuando vence la excelencia y capaz de nada cuando se impone la mezquindad

En efecto, como España. España es un theremín. Capaz de todo cuando vence la excelencia y capaz de nada cuando se impone la mezquindad. Así es España, un país que se gobierna sin gobernar, que se gobierna en el aire de modo que solo el oído del intérprete le guía. El tono del instrumento viene determinado por la distancia a la que se encuentra una mano de una de las antenas y la distancia a la que se encuentra la otra mano de la otra antena controlada por el volumen.

Así es España. Un país con dos antenas, con un eje izquierda/derecha que debe seguir siendo la base de toda disputa política e ideológica fundamental en busca de los consensos necesarios. Porque cuando el intérprete del instrumento decide descompensar las antenas, y fractura la melodía con el ruido de quienes no comparten este equilibrio, sencillamente rompen el instrumento. 

Cuando el PSOE pacta con EH Bildu, abdica de su responsabilidad, pierde coherencia y se emancipa del pacto inaugural y constituyente de nuestro país desde 1978. 

Un eje izquierda/derecha que debe seguir siendo la base de toda disputa política en busca de consensos necesarios

Un ingente esfuerzo de dos generaciones de españoles hizo posible la transformación de este país, desde su pluralismo y su diversidad. Un gran acuerdo transideológico que fijó los límites de nuestra convivencia para evitar el colapso. Si se abandonan parte de esos principios, por oportunidad o por conveniencia, se estremece España como proyecto nacional y se aleja de la gran corriente histórica de las últimas décadas. 

Fue Alfred Hitchcock quien utilizó por primera vez el theremín en la banda sonora de Recuerda. Esa película que empieza con una cita de Julio César de Shakespeare: "La culpa no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos". En un país que solo imputa culpas externas y nunca responsabilidades propias, cada vez es más necesario recuperar la estabilidad de las dos antenas.