Hace más o menos 40 años, cuando se estaban formando en España los "entes preautonómicos", las grandes familias de la provincia de León (es decir, los caciques de toda la vida) se reunieron y echaron cuentas. Decidieron que iban a ganar más dinero si la provincia iba sola que si se unía a Castilla y León, como quería el gobierno de Suárez.
Se pusieron al trabajo. Pagando a escote, inventaron un partido "leonesista" cuya última generación es la UPL, Unión del Pueblo Leonés, que ahí sigue. Los empleados de los caciques inventaron un idioma que nadie ha hablado jamás, pero que llegó a ser oficial en el ayuntamiento de la capital. Fomentaron un odio completamente desconocido en León, que era el odio a Valladolid. Se llegó a crear un "grupo terrorista" que daba, más que miedo, muchísima risa y que se llamaba "Terra Lleunesa".
Ha pasado el tiempo. Ahora es la izquierda la que apoya la secesión de León de la comunidad autónoma en la que lleva cuatro décadas. La propuesta es, cómo no, de los "bien pagaos" de la UPL, pero tiene el apoyo del PSOE y de Podemos. La izquierda. Entiéndanlo si pueden. La izquierda haciéndole el juego a los caciques históricos de esa tierra.
No son solo algunos catalanes. Está claro que Dios nuestro señor, en su infinita misericordia, repartió por igual entre todos los hombres el don celestial de hacer y decir gilipolleces, con perdón; lo mismo a los creyentes que a los infieles, a los sabios igual que a los ignorantes, a los clérigos y a los laicos, a la izquierda y a la derecha. Nada es verdad ni es mentira: todo es según el color del billete con que se paga. Y los euros tienen muchos colores.
Así que nada: feliz año nuevo. Empezamos bien.
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