Luis Algorri Periodista
OPINIÓN

Enanitos

El enanito gruñón de la película 'Blancanieves'.
El enanito gruñón de la película 'Blancanieves'.
DISNEY
El enanito gruñón de la película 'Blancanieves'.

Había una vez, en un país muy lejano que se llamaba Sinapia (el nombre es de Fernando Savater), un bosque muy bonito en el que vivía una gran aldea de enanitos. Ya saben ustedes, los típicos enanitos que viven en setas y que llevan gorro cónico. Las cosas iban razonablemente bien. La mayoría se dedicaba a las cosas típicas de los enanitos: ir a trabajar, cuidar del bosque y de la familia, ver la tele, discutir de fútbol y de botánica y de micología.

Unos cuantos de los enanitos llevaban el gorro a lunares. Otros pocos, a rayas. No se llevaban bien entre sí. Su principal cometido parecía ser convencer al resto de los enanitos de que los del gorro distinto del suyo eran unos sinvergüenzas y que ellos, y solo ellos, eran merecedores del alto honor de servir a la aldea como gobernantes. Esto causaba bastantes problemas porque la mayoría de los enanitos, que llevaban el gorro sin mayores aderezos, acababan riñendo. Lo cual no está bien.

Un día, los enanitos del gorro a lunares (que mandaban esa temporada) decidieron cambiar el nombre de unas cuantas setas en las que habitaban. Cuando les tocó gobernar a los del gorro a rayas, hicieron lo mismo con otras setas. La mayoría de los enanitos contemplaban aquello con desazón, porque tenían claro que a unos y a otros los nombres les daban igual: lo que querían era molestar a los rivales y encabronar a todos con aquello de los nombres. Lo cual no está bien.

Lo más curioso es que esta discusión tenía tan obsesionados a los enanitos que no vieron cómo se acercaba una enorme excavadora de la empresa Covid, dispuesta a arrasar el bosque y acabar con la aldea. Es lo malo que tienen los enanitos. Que se distraen con cualquier tontería.

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