Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Los atentados del 11S, antesala del periodismo-reality

Matías Prats durante los informativos de Antena 3, el día del 11S.
Matías Prats durante los informativos de Antena 3, el día del 11S.
YouTube /ANTENA 3
Matías Prats durante los informativos de Antena 3, el día del 11S.

"La otra torre, Ricardo, la otra torre". Así Matías Prats describía en directo el choque del segundo avión con la segunda Torre Gemela. Acababa de comenzar su informativo en Antena 3 y su expresiva reacción en directo quedará para siempre en la historia de la televisión, el periodismo y, también, en la memoria colectiva. 

Parecía una película de Bruce Willis. Pero no, era realidad. Y las palabras de asombro de Prats transmitían la misma sensación de absoluto desconcierto que estaba viviendo, en ese mismo instante, la audiencia de todo el mundo. Matías estaba viéndolo a la vez que la propia audiencia, pero evidenciando que no sólo es un buen presentador y, sobre todo, cuenta con un bagaje periodístico con las herramientas suficientes para narrar sin guion lo que pasa con rigor, carácter y conocimiento.

El mundo aterrorizado frente al televisor en un atentado que también estaba suponiendo un punto de inflexión a la hora de plasmar las noticias. Los atentados del 11 de septiembre se plantearon en un horario perfecto para ser vistos en directo en medio planeta, franja en la que todos los canales generalistas cuentan con programación en vivo con presentadores estrella. Las cadenas estadounidenses a esa hora ya estaban en plena emisión de sus clásicos programas matinales. Mientras, sus homólogas europeas, encendían sus informativos de sobremesa. Y el ataque era contra un símbolo arquitectónico, social y económico en el corazón financiero de Nueva York, ciudad en la que siempre hay alguna cámara grabando lo que sucede.  Y occidente se paralizó.

Los canales realizaron sus 'telediarios' más largos de su historia mirando a unas Torres Gemelas que se iban a desmoronar en riguroso directo. Algo estaba cambiando en el orden mundial, pero también en la forma de trabajar con la información sin margen para ser digerida. Sin pasar filtros, sólo viviéndola con la intensidad con la que acontecía. 

"Los atentados del 11S se plantearon en un horario en el que los canales generalistas cuentan con programación en directo y con presentadores estrella"

Lo que, al principio, los Telediarios explicaron cautos como un accidente de una avioneta, era el atentado más visual de la historia. Pero la cautela se ha podido ir perdiendo, tal vez, con el paso de los años.

A partir de aquel 2001, los medios de comunicación han ido indagando cada vez más en el periodismo reality. Incluso con sucesos que no tienen la relevancia suficiente para ser narrados en directo. Y el espectador, con tanto acceso a la información desde su teléfono móvil, también se ha acostumbrado a querer asistir a lo que pasa mientras transcurre. Pero no siempre se puede, no siempre se debe. De hecho, a menudo, emitir en directo un suceso probablemente no aporta nada relevante si no existen certezas tangibles y retratables. Y es que la urgencia no siempre es periodismo.

Al final, el periodismo es la prudencia de contrastar. Y el atentado de las torres gemelas fue también un antes y después en los modus operandi de cómo retransmitir en tiempo literalmente real: a partir del nuevo milenio, habría que aprender a ir contrastando en directo. Sin datos, en ocasiones sólo con la capacidad de mirar. Así lo hizo Matías Prats con una naturalidad que no está reñida con el rigor. Su estupefacción en la forma de contarlo representaba a todos: Prats estaba asistiendo en vivo a un terror que recordaba que la realidad puede superar a la ficción. Pero, como no es una ficción, hay que explicarlo con la precaución de la honestidad.

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