Laura Baena Fundadora del Club de Malasmadres
OPINIÓN

Las invisibles seremos la revolución

Una mujer teletrabaja en casa.
Una mujer teletrabaja en casa.
PIXABAY
Una mujer teletrabaja en casa.

Con la sensación de que nos han robado el mes de abril y todos los que han venido después hemos llegado a noviembre. Con la incertidumbre acechando vigilante cada día tras la puerta van pasando los días de este año en el que sobrevivimos como podemos.

Un 2020 que ha puesto de manifiesto que las familias no somos prioridad, la infancia no importa y la conciliación no existe, por si alguien aún dudaba de esto. Pero tenemos que afrontar el futuro con esperanza y con un claro propósito: asumir la responsabilidad de que todo lo vivido nos tiene que enseñar a construir una sociedad más sostenible. Pero no solo nosotras, que lo tenemos más claro que el agua, también los políticos y las políticas de este país que no asumen la conciliación como competencia directa ni la ponen en la agenda, usándola como moneda de cambio partidista. Y los hombres, que han pasado de puntillas por la corresponsabilidad hasta estando confinados teletrabajando. Y las instituciones y las administraciones públicas que no han apostado, en muchos casos, por apoyar con medidas de corresponsabilidad a sus plantillas. Y los sindicatos que no se unen a la voz de las Asociaciones que venimos también reivindicando este asunto. Y las empresas que miran a otro lado, acogiéndose al carácter voluntario de un Plan Me Cuida que ha demostrado ser insuficiente.

Si cada mujer invisible luchara por la sociedad que quiere, se gestaría la verdadera revolución. Nos toca remover los aprendizajes, desandar los pasos, replantear los objetivos, no solo como ciudadanas, como Malasmadres, como profesionales sino también como agentes del cambio que necesitamos. No nos dejemos anestesiar y callar. No aceptemos el “apáñatelas como puedas”. Alcemos la voz unidas. Porque desde el minuto uno de confinamiento sabíamos que esta crisis nos iba a empujar a retroceder, iba a cortar nuestras alas y nos iba a obligar a gritar más fuerte.

Hace unos días mi amiga y periodista Cristina Villanueva me decía: “no te cansas”. No puedo cansarme. No podemos cansarnos. Cuando el viento sopla en contra es cuando menos podemos tirar la toalla. No renunciemos. Hay que desplegar las velas y seguir navegando.

La crisis global de los cuidados se ha puesto de manifiesto con mayor crudeza en estos meses de pandemia donde las mujeres madres se han visto abocadas a la renuncia por no contar con las medidas, los recursos o la inversión necesaria.

Un sistema que no apuesta por los cuidados, por la maternidad y la corresponsabilidad es un sistema social sin futuro. ¿A qué esperan? 8 meses sin respuestas. Suma y sigue.

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