Elías Israel Periodista
OPINIÓN

Las lágrimas y los silencios de Leo Messi

Messi se enjuga las lágrimas en su despedida del Barcelona
Messi se enjuga las lágrimas en su despedida del Barcelona
EFE
Messi se enjuga las lágrimas en su despedida del Barcelona

Igual que ocurrió con Luis Suárez, la verdad de Messi, en toda su extensión, la conoceremos cuando pase algún tiempo. De momento, hablaron sus lágrimas sobre un sentimiento a flor de piel, una ruptura ahora inesperada y el adiós al club que le acogió, le crío, le cuidó, en el que se encumbraron mutuamente, hasta llegar a una salida indigna del mejor jugador de la historia del club. Un día tristemente histórico para el fútbol español. El Barça y la Liga entran en una nueva era que será peor sin la luz del genio.

El llanto de Messi era sincero, nada impostado. Podía haberse dejado asesorar o haber leído un comunicado, pero Leo prefirió decir lo que su corazón le indicaba y marcharse por la puerta grande. No eran las lágrimas de una derrota, sino de una pérdida, que es mucho más dolorosa.

A los que le acusan de pesetero, ya saben que aceptó bajarse la mitad de su impresionante salario y que nadie en el club le pidió que hiciese un mayor esfuerzo. Cuando tenía que poner todo en la balanza, pesó más su felicidad y la de su familia en Barcelona. Si le hubiesen pedido un mayor esfuerzo, quizás lo hubiese hecho también. 

Messi cumplió su parte y el Barcelona, no. Laporta ganó unas elecciones, en las que el argentino le votó, con la promesa de la continuidad de su astro. Llegar a presidente es una profesión y ejercer de presidente es cuestión distinta. El aficionado azulgrana tiene motivos para sentirse engañado. Las primeras las ganó con el fichaje mentiroso de Beckham y las segundas con la falsa renovación de Leo.

Laporta, con la ruina heredada de Bartomeu, y la espada de Damocles de rendirse al peaje, por no decir otra cosa peor con rima, de Javier Tebas optó por pasar a la historia como el presidente que dejó marchar a Leo Messi.

Los silencios de Messi, sin querer hacer sangre, fueron elocuentes, casi dolorosos. Se mordió la lengua, pero lo esencial ha quedado cristalino. De momento, al menos sabemos que Laporta no tiene dinero ni palabra.

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