No había rival para Noche de fiesta en el sábado. El programa de José Luis Moreno era un éxito con su mezcla de teatrillos, actuaciones musicales y mucho ruido. Sí, porque uno de los secretos del triunfo de Noche de fiesta era que el plató estaba lleno de gente que no paraba de aplaudir. Aunque las presentadoras estuvieran hablando, la gente aplaudía y aplaudía. El programa contaba con tanta adrenalina que era fácil quedarse atrapado en tal celebración.

Por supuesto, hoy no funcionaría aquel Noche de fiesta, que estaba cargado de clichés machistas y retrógrados que son parte del pasado. Tampoco las vestimentas de los presentadores, enfundados en trapos horteras que no representaban ya casi ni la sociedad de entonces. 

Pero la televisión del sábado noche sí necesita un gran espectáculo de entretenimiento consciente de su tiempo. Sucede en otras televisiones europeas, donde se abren platós a la fiesta de la creatividad. Y no se ve rancio, ya que se realiza desde un prisma actual. Celebrar no es rancio.

En España, sin embargo, los sábados noche se siguen debatiendo los mismos temas del resto de la semana. En La Sexta Noche las preocupaciones de la política y la actualidad, en Sálvame Deluxe los dramas de la vida en los platós en Telecinco. La televisión no da tregua a su público.

"La televisión tradicional no permite al espectador la aspiración de romper con su rutina en el fin de semana"

¿Nadie ha caído que en el fin de semana el espectador aspira a romper con la rutina? Las cadenas hacen méritos para que la audiencia se vaya a las plataformas bajo demanda cuando quiere huir del día a día, pero la televisión acontecimiento en directo tiene una gran oportunidad en espectáculos de entretenimiento, en "noches de fiesta".

Y, para recuperar a ese público que quiere entretenerse más que enfadarse, no hace falta reproducir la fórmula del talent show con participantes anónimos y un jurado con cara seria, hay otras mecánicas imaginativas de programas con público en el que la risa fluye. ¿Por qué? Porque en el escenario está trascendiendo con gracia, espontaneidad y capacidad de asombro toda esa actividad cultural que está en la calle y que la tele se está dejando en el tintero. Hay que mirar más a lo que se cuece en la cultura social que intentar reproducir todo el rato lo que se presupone mimbre para el éxito. Quizá esa presunción, al final, sólo sea un recuerdo.