Da cierto pudor hablar de estrategias electorales con Cataluña oliendo a quemado, pero quedan menos de tres semanas para las elecciones y los cuadros de mando de los partidos políticos españoles empiezan a ser conscientes de dos realidades impensables hace solo un mes: 1.º Nadie sabe qué va a pasar. Y 2.º Hay que ser muy aventurero o muy inconsciente para ser contundente en los pronósticos sobre lo que va a ocurrir.
El procés se lo ha llevado todo por delante, incluidas las encuestas, sondeos y estrategias previas a las grandes barricadas del tsunami borroka. El fracaso de la investidura de gobierno de julio suena a algo que tuvo que ocurrir en la era en la que los neandertales gobernaban la tierra. Y las elecciones de abril, más de lo mismo.
Ya no vende hablar de eso en los medios y en las redes, como tampoco vende hablar de la sanidad pública o de los colegios, de cómo vamos a pagar las pensiones o de qué va a pasar con los empleos actuales en la revolución tecnológica que se avecina.
A lo sumo, se discute algo sobre la crisis que viene... y, por supuesto, de Franco, tan omnipresente como siempre. Pero todo converge en Cataluña, luego en Cataluña y, por último, en Cataluña. Y de la respuesta al desafío independentista va a depender el 10-N.
De momento, el debate se mueve en un eje que tiene muy poco que ver con el tradicional de derechas e izquierdas. Se habla mucho de orden, de seguridad y de firmeza, y muy poco de políticas sociales y de derechos.
Y este nuevo eje trastoca los planes de Pedro Sánchez, debilita la autodenominada izquierda auténtica de Iglesias y, por el contrario, proporciona un asidero a la derecha testosterónica de Abascal y a la derecha del PP, liderado por un Casado que ha redescubierto el centro político en busca de los votos de Ciudadanos y puede convertirse en el grandísimo beneficiado de la repetición electoral.
Veremos. Ya no se pueden hacer pronósticos más allá del siguiente telediario. Y todo puede decidirse en la última semana. Es tiempo de estrategias exprés. Y de política al borde de un ataque de estrés
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