Se acabó el silencio de los corderos. En breve, si se aproximan a las laderas del Parc de Collserola, los van a oír balar y rumiar. El Ayuntamiento de Barcelona impulsa un proyecto sostenible, y relativamente barato, en el que un rebaño de cabras y ovejas tiene como objetivo mantener a raya la vegetación.
Dicen que van a ser unas doscientas cincuenta las elegidas para esa tarea y que van a estar a prueba durante tres meses. Esperemos que pasen su examen de rumiantes con matrícula de honor.
El bosque seco mediterráneo arde con extrema facilidad, su sotobosque es altamente inflamable. Año tras año los incendios se prodigan en los aledaños de la metrópoli a pesar de la vigilancia, la limpieza y el control forestal. En más de una ocasión las llamas han alcanzado los núcleos urbanos.
Ya sé que ustedes alguna vez han contado ovejitas para vencer el insomnio; también me consta que a estos animales se les cría para obtener carne, leche o lana. De acuerdo, pero en esta ocasión se les asigna una función preventiva a todas luces relevante.
Cuentan los promotores del proyecto que en la vertiente de Collserola, la que da al río Llobregat, pastorean ya tres rebaños con buenos resultados. Hoy en día la limpieza del sotobosque se lleva a cabo con máquinas desbrozadoras que consumen combustibles fósiles caros. Ovejas y cabras llevan ejerciendo esa tarea, sin contaminar el aire, desde los orígenes de las civilizaciones. ¿Por qué no probar con los descendientes de los muflones?
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