España es hoy un país aún más ingobernable que ayer. Si lo que se buscaba con la nueva cita con las urnas era facilitar la gobernabilidad de este país con un reparto de escaños más cómodo para el PSOE, el resultado ha sido justo el contrario.
La disyuntiva de Sánchez ya no es optar entre Podemos, Cs o unas nuevas elecciones, como en abril. Ahora, o Sánchez asume que toca el pacto
con el PP –y por el discurso que dio ayer por la noche no parece que de momento esté en su agenda– o vuelve a intentar un pacto con Podemos, PNV y ERC.
Este verano vimos cómo el precio que le planteó Pablo Iglesias por hacerle presidente le parecía caro. Ahora Sánchez tendrá que ser más generoso si quiere
esos escaños, entre otros motivos porque el PSOE ya no puede arriesgarse a unas terceras elecciones. Y también se le complica en esa combinación el
apoyo de ERC. Como ya le avisó Gabriel Rufián, ahora el apoyo de ERC
costaría todavía más Seguramente, el precio que le reclame la formación que lidera desde la cárcel Oriol Junqueras sea impagable para un presidente del Gobierno.
Así que toca volver al principio de esta columna: la opción de un sesión de investidura en la que el líder del PSOE sea presidente con los votos del PP, con un Gobierno transversal. Es tan difícil ahora como seguramente efectivo para tranquilizar la situación política de este país.
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