Javier Lahoz Crítico y escritor
OPINIÓN

Sed de mal

  • Crítica de 'El sacrificio del cordero', de Fernando Gómez Recio, que ha ganado el Premio de Novela de la Policía Nacional.
Una persona lee un libro.
En el libro, el fiscal Antonio Lorente se enfrenta a un caso muy particular.
GTRES
Una persona lee un libro.

Tan concentrado como estaba en la lectura, mis pensamientos han sufrido un colapso al encontrarme de repente incapaz de distinguir al psicópata del policía. Me inquieta que puedan llegar a parecerse tanto que sean los detalles pequeños, esos con los que dicen que siempre hay que quedarse, los que los acercan. El autor, Fernando Gómez Recio, los presenta a ambos casi a la vez, a muy pocas páginas de distancia, para obligarlos a hablar de sí mismos y de sus circunstancias, logrando que un planteamiento complejo derive en una estructura sencilla.

A los que seguimos la historia con expectación e inquietud nos deja claro desde el principio que no van a ser dos tipos de esos que cabalgan juntos, sino más bien de esos de los que se buscan el uno al otro con el único objetivo de encontrarse: el uno porque quiere cazarlo y el otro porque quiere darle caza. Se trata del suspense más genuino, pues, aunque avisar no es cosa de traidores, tantos avisos provocan una alerta permanente que no admite descanso. Utilizando como telón de fondo un minucioso recorrido por los trámites, idas y venidas de los procesos judiciales, la perversidad vigila por las rendijas y escucha tras las puertas.

Son muchos los personajes atractivos que se pasean por esta intriga, titulada El sacrificio del cordero, y que cobran fuerza conforme se suman las complicaciones alrededor del fiscal Antonio Lorente, que reincide en esto de salir en los papeles tras vivir una situación en la que se vio abocado a perderlo todo. Su perfil está perfectamente construido, dando muestras de un carácter jovial que roza la irreverencia y llegando incluso a adoptar una actitud beligerante que le ayude a buscar la manera de que la ley se adapte a él.

Esta novela camina entre capítulos que terminan con brusquedad en el momento crucial, cuando la amenaza de la maldad es desplazada por el triunfo de la incertidumbre, que resulta mucho más inquietante y demoledora. En efecto, una de las claves para conseguir mantener la tensión no deja de ser la de saber, por parte del escritor, lo que conviene que sus criaturas de ficción no sepan.

Los pasos en falso, los malos entendidos y las cuentas pendientes siguen siendo elementos clásicos que nunca fallan, menos todavía cuando el tratamiento que se les da está cuidado al detalle. Adentrarse además en la psicología equivale a ponerle la guinda al pastel, porque no hay mayor desafío que el de intentar entender cómo las carencias y los excesos sufridos por los demás han terminado ganándoles la batalla.

No obstante, en este caso, las angustias se equilibran al ser ambas voces las que anuncian conflictos y malestares, todo un reto para quien quiera jugar a las diferencias. El entretenimiento, el disfrute y la reflexión jamás han sido excluyentes, y sin duda conviven en este Premio de Novela Policía Nacional editado por Algaida al que resulta tentador aproximarse. Así que invito a sumergirse en el abismo y engancharse a sus secretos.

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