Este domingo, por decisión judicial, estamos convocados a votar para decidir la composición del Parlament que, a la vez, elegirá, al cabo de unos días, al nuevo presidente de la Generalitat de Catalunya, el presidente 132º.

En los últimos once años, habremos votado en Catalunya 5 veces, cuando lo normal hubieran sido solo 3 como máximo. Las legislaturas deberían durar 4 años, pero aquí a penas duran dos, lo que te da una idea de lo convulsa que está la política catalana. 

Las últimas, las del 2017, con Catalunya intervenida con el famoso artículo 155 de la constitución, las convoco Mariano Rajoy, y las de ahora el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya contraviniendo lo decretado por el Govern, que las aplazó al 30 de mayo por considerar, de acuerdo con la mayoría de los profesionales de la sanidad, que sería mucho más seguro. 

Pero ya se sabe que sus señorías togadas saben más de epidemiología que los epidemiólogos, ¿verdad? Si hay problemas en la constitución de las mesas, ellos como si oyeran llover. Si hay una participación por debajo del 50%, ellos tan tranquilos. Así vamos y así nos va.

Según las encuestas, habría un tripe empate entre PSC, ERC y Junts. A mí modo de ver, el PSC dice que quiere recuperar Catalunya, como si se hubiera ido o estuviera en manos de gente desequilibrada. ERC garantiza pragmatismo y realidad. Y Junts, el artefacto construido a medida para Puigdemont, promete más poesía y realismo mágico, como el “votadme que volveré”. Ustedes deciden.