Han tardado, pero, al final, las tan y tan necesarias ayudas llegan en forma de decreto ley.

Como se ha dicho en otras ocasiones, sorprende que, a pesar de contar con tropecientos asesores y especialistas de toda índole y condición, el Gobierno haya necesitado más de un mes de guerra para reaccionar.

Todo el mundo sabía, incluso ellos mismos, que la invasión de Ucrania por Rusia y las sanciones consiguientes de la comunidad internacional a Moscú se traducirían en más alzas de precios y harían prácticamente insostenible el precio de la energía.

Los camioneros dijeron basta y los ciudadanos empezamos a ver escasez de productos en los supermercados, y algunas fábricas tuvieron que paralizar unos días su producción por no poder llevarla a sus clientes. Llovía sobre mojado.

Que yo sepa, a nadie le han subido el sueldo lo mismo que la inflación, con lo cual todo el mundo ha perdido poder adquisitivo.

Claro está que no es lo mismo que la inflación interanual del 7,6% que tuvimos en febrero recaiga sobre un sueldo de 5.000 euros al mes que en uno de 1.000 euros. ¿Verdad? Pues así estamos. Y cuidado que, como se tarde en bajar contundentemente el recibo de la energía, si se hace caso a algunos economistas, la inflación podría superar el 9% este mes de marzo. Sí, lo han leído bien: por encima del 9%, que es lo que, posiblemente pasará, ya que estamos a dos días de terminar el mes. Una auténtica barbaridad.

Además, tenemos que tener en cuenta que el Gobierno todavía no ha topado el precio del gas. Cuanto más bajo se fije el tope, más se notará en el recibo de la luz y, evidentemente, en la inflación.

De momento, a partir de este viernes, si repostamos combustible, deberíamos ver reflejados en el ticket los 20 céntimos de descuento por litro que ha anunciado el ejecutivo. En lo que llevamos de año, el diésel se ha encarecido más del 33% y la gasolina más del 22%.