Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Sin quirófanos

La presidenta Isabel Díaz Ayuso recorre las instalaciones del hospital de pandemias Enfermera Isabel Zendal
La presidenta Isabel Díaz Ayuso recorre las instalaciones del hospital de pandemias Enfermera Isabel Zendal
CHEMA MOYA / EFE
La presidenta Isabel Díaz Ayuso recorre las instalaciones del hospital de pandemias Enfermera Isabel Zendal

No. No tiene quirófanos. Un hospital sin quirófanos. La pregunta que hizo Pablo Casado era para rellenar ese momento, estaba junto a Isabel Díaz Ayuso y el alcalde de Madrid recorriendo los pasillos del nuevo hospital, con las cámaras delante, contándoles cómo se había equipado el centro que estaban inaugurando (no abriendo, no se ha podido abrir todavía). 

Les habían enseñado las salas donde se instalarán las camas, la idea es que no haya habitaciones. Pero esa simple pregunta de Casado –«¿tiene quirófanos?»–eclipsó todo lo demás y ha resumido muy bien lo que significa esa mole de hormigón en este momento.

La presidenta de la comunidad insistía en que abrir un nuevo hospital público nunca es una mala noticia, que ese nuevo centro será referente en Europa y en España. No, no es malo invertir en salud pública, al contrario, es la mejor de las noticias y más ahora, con la que está cayendo. Bienvenido sea, claro que sí, pero quizás, el gasto que ha supuesto ya de entrada ese edificio, ahora mismo vacío, era más urgente haberlo destinado a otras partidas.

Eso es al menos lo que reclaman quienes llevan meses dando la batalla contra la pandemia. Hacen números y calculan que con esos 100 millones de euros que ha costado el Isabel Zendal se podía haber reforzado la Atención Primaria, se podía haber contratado rastreadores y haber mejorado las condiciones laborales de médicos, enfermeros y sanitarios. O simplemente se podía haber equipado las plantas de UCI que siguen vacías en el Hospital Infanta Sofía de Madrid y que tan bien les hubiesen venido a los médicos en plena pandemia.

Ayer, viendo las imágenes del nuevo hospital (algunos se resisten a llamarlo, de momento, hospital; dicen que por ahora solo es un edificio) no podía dejar de pensar en lo paradójico del sitio elegido. Está pegado al enorme edificio en forma de donuts que Esperanza Aguirre inauguró como el primero de los muchos que iban a formar el fallido campus de la Justicia. El edificio sigue ahí plantado, en mitad de la nada, cerrado y sin estrenar. Y temes que el nuevo Isabel Zendal se acabe convirtiendo en la nueva mole de ladrillo abandonada y que ocupa ese cementerio de megaproyectos melómanos en los que están convirtiendo esa zona de Madrid.

Pero es el orgullo de los políticos: dejar su legado en forma de ladrillo. Isabel Díaz Ayuso ya tiene el suyo. A otros les dio por hacer aeropuertos. O polideportivos. O kilómetros de autopistas. El problema es que necesitamos cada euro y cada sanitario para combatir a este virus, y mucho me temo que este nuevo hospital, precisamente para eso no se ha levantado. De momento le faltan pacientes y le falta personal. Pero oye, ahí está, vigilando que el mastodonte que se levantó hace una década en el otro solar, el famoso donuts, no se agriete ni deteriore.

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