Helena Resano Periodista
OPINIÓN

El olor de la vuelta al cole

na trabajadora toma la temperatura a un niño a la entrada del colegio privado internacional American School of Barcelona.
Una trabajadora toma la temperatura a un niño a la entrada del colegio privado internacional American School of Barcelona. EFE
na trabajadora toma la temperatura a un niño a la entrada del colegio privado internacional American School of Barcelona.

Mis finales de agosto y mis principios de septiembre han repetido siempre la misma imagen: yo, en una mesa, rodeada de libros, de forro autoadhesivo o de forro normal cuando acababa desesperada con las burbujas del primero, sudando lo mío y peleándome con el libro de turno. Sí, nunca se me ha dado bien forrar los libros: ni los míos cuando era pequeña, ni los de mis hijos cuando me ha tocado ser madre. Pero, aunque sufriera lo mío para dejar más o menos decente la tapa de cada libro, 

Estrenar cuadernos, estrenar estuche con todos sus elementos nuevecitos, impolutos, sin rastros de tinta en el interior, las gomas de borrar perfectas, como algodones blancos que apetecen morder, el sacapuntas, (ese accesorio que no sabías muy bien por qué, desaparecía de tu estuche la primera semana de cole), lápices larguísimos esperando a ser mordisqueados, carpetas con todos los separadores deseando ser engordados con apuntes y notas. Volver al colegio tenía su momento de emoción: se acababa el verano sí, pero volvías a ver a los amigos, estrenabas uniforme, zapatos y, con suerte, hasta mochila. Todo era nuevo. Y todo olía a nuevo.

Septiembre siempre ha tenido su encanto porque, la vuelta al cole, mola. O molaba

Este año, el olor de la vuelta al cole se entremezclará con la de los geles hidroalcohólicos, los desinfectantes, la celulosa de las mascarillas y ese olor neutro que se queda cuando has limpiado una superficie mil veces. Habrá emoción en la vuelta, sí, pero de otro tipo: nuestros hijos cuentan las horas para ver a sus amigos, para ver a sus profes en persona y para poder retomar sus juegos en el patio, pero la pregunta que repiten una y otra vez es: "¿hasta cuándo? y ¿cómo será?". 

La fisonomía de sus aulas va a variar: la mayoría se encontrará mamparas en sus pupitres, mesas que estarán numeradas y que no podrán intercambiar ya para el resto del curso. Metidos en una especie de burbuja de metacrilato que esperemos solo les aísle del virus y de nada más (cruzo los dedos).

Nada saldrá bien si no colaboramos, si no priorizamos en lo importante. Ayudemos a nuestros hijos a ir al colegio sin miedo.

Esta vuelta al cole va a ser todo un reto, un desafío para ellos, para nosotros y especialmente para los centros y los profesores. Y nada saldrá bien si no colaboramos todos, si no priorizamos en lo importante. Así que madre/padre que suele dejar epístolas larguísimas cada mañana en la agenda de su hijo, haga el favor de resumir al máximo y de escribir solo y únicamente si es necesario y muy urgente. 

Dejemos de marear el tutor de turno y ocupemos su tiempo lo justo y necesario. Ayudemos a gestionar mejor esas rutinas que esta enfermedad nos va a traer, las mascarillas, la toma de temperatura diaria... Y sobre todo, ayudemos a nuestros hijos a ir al colegio sin miedo. Ya les ha marcado demasiado esta pandemia. Dejemos que disfruten de la mochila nueva y de la goma sin estrenar.

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