Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Eres lo que comes

Control de la obesidad en un niño.
Control de la obesidad en un niño.
GTRES
Control de la obesidad en un niño.

De alguien que bebe compulsivamente refrescos azucarados todo el día (ya saben a qué bebida me refiero, no hace falta que le hagamos publicidad) poco podíamos esperar. El año pasado sorprendió llenando una mesa con más de mil hamburguesas y patatas fritas y jactándose ante las cámaras de que realmente era la mejor recepción que podía preparar para los jugadores del equipo universitario de fútbol de Dakota del Norte.

Con el cierre técnico de la administración los funcionarios que trabajan en las cocinas de la Casa Blanca estaban fuera de servicio, así que Donald Trump decidió convertir la necesidad en una oportunidad y llenó la mesa de comida rápida de marcas americanas para decir que, en el fondo, la comida de casa era la que más gustaba a esos chicarrones fuertotes y de altura infinita.

«Todo lo que a mí y a ustedes les gusta», dijo ante las cámaras, delante de esa mesa que era el bodegón perfecto del tipo de dieta que no hay que seguir si se quiere mantener a raya el colesterol. Un buen banquete a su altura porque frente a una hamburguesa, ¿quién echa de menos las ensaladas? Y por supuesto, con los logos de las dos grandes cadenas de comida rápida a la vista. Si algo hace bien Trump es publicidad de lo suyo, los productos americanos. Pero aquello no le pareció suficiente y lo ha vuelto a hacer.

Lo preocupante es que esta vez no es para la foto ni para una recepción en la Casa Blanca. Obsesionado con terminar con todo lo que huela o suene a legado de Obama, ha ordenado suprimir la orden que estableció el anterior presidente de excluir de las escuelas la comida basura y de fomentar el deporte entre los menores, su famoso plan Let´s move.

Desde ahora, las pizzas, hamburguesas y preparados volverán a los comedores escolares. Y eso se hará reduciendo la cantidad de verdura y fruta que consuman los menores. Lo dramático de todo esto es que su decisión incide directamente sobre la dieta de 30 millones de niños estadounidenses. Especialmente los de renta más baja, con menos posibilidades de pagarse un menú más caro. Será difícil que elijan comida como pescado o brócoli –más caro y con cero atractivo para los ojos de un niño– y tirarán de un triángulo de pizza tres de cada cinco días de cole.

La OMS pedía hace poco incluir como emergencia sanitaria la obesidad infantil, y la medida de Trump no va a ayudar en nada a limitarla. Se calcula que dos de cada diez niños norteamericanos son obesos. Cómo comen ahora determinará cómo será su dieta y su salud cuando sean adultos. Pero pedir a Trump que piense más allá de su reelección es imposible. Y así estamos, tomando, una vez más, una pésima medida para el futuro de nuestros hijos.

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