Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Muerto en vida

A Coruña Lugar del asesinato de Samuel Luiz Muñiz frente a la discoteca Playa Club 06/07/2021 Foto: M. Dylan / Europa Press
A CoruñaLugar del asesinato de Samuel Luiz Muñiz frente a la discoteca Playa Club.
M. Dylan
A Coruña Lugar del asesinato de Samuel Luiz Muñiz frente a la discoteca Playa Club 06/07/2021 Foto: M. Dylan / Europa Press

Ha pasado más de una semana y cuesta todavía entender qué pasó por la cabeza de ese grupo de chavales y de no tan chavales para liarse en una brutal paliza contra un chico que iba solo, que no había hecho nada ni dicho nada, al que no conocían de nada y al que no habían visto nunca antes. Y con esto no quiero decir que, porque alguien diga algo, haga algo o le conozcas de antemano justifique nada, ni un insulto ni un empujón y mucho menos una paliza.

Cuesta mucho entender el porqué de tanta violencia, cómo una noche que en teoría tenía que ser de fiesta acabó con ese brutal asesinato. Y no por un accidente, un empujón que acaba en un fatal traspiés: la paliza tuvo dos partes, pensadas, buscadas, provocadas. 

En la primera, Ibrahim, un senegalés que estaba por allí, se metió por medio y consiguió salvar la vida de Samuel, una vida a la que le quedaban apenas unos minutos más. Pero, en ese momento, ni Ibrahim ni Samuel lo sabían. Sus agresores no sé si lo tenían más claro. El caso es que esa turba decidió volver a por refuerzos, salieron a buscarle de nuevo, le localizaron unos metros más adelante, andando solo, tocado porque la primera tunda de palos había sido importante y ahí decidieron que su rabia la descargaban al grito de «maricón» hasta acabar de la forma más brutal con su vida, rompiéndole el cráneo y asfixiándolo, en plena calle, dejándolo tirado en la acera.

El padre de uno de los detenidos dice que, desde aquella noche, no deja de pensar en los padres, la familia y amigos de Samuel. Admite que se siente "muerto en vida", y no es para menos. Le cuesta entender por qué su hijo se lio en esa tunda salvaje que buscó acabar con la vida de un chaval al que no conocían de nada. Porque sí, porque les apetecía, porque la noche necesitaba algo más de adrenalina quizás. 

La oscuridad de la familia de Samuel está claro que se ha extendido a más familias

Entiendo la frustración de ese padre, su desesperación, porque a todos los demás también nos cuesta entender, tantos días después, cómo un grupo de chavales puede acabar de una forma tan violenta una noche de sábado. El lunes, ese padre destrozado por los daños colaterales de esta tragedia, enviaba el pésame a la familia de Samuel a través de los medios de comunicación, "aunque no valga para nada", nos decía. Puede que no, puede que ese pésame, en el inmenso dolor de estos días, no alivie. Pero reconforta ver que al menos en el otro lado, hay un padre que se pone en su lugar, que se pregunta por qué su hijo fue uno de los que estaba ahí, ciego de rabia, dándole una paliza brutal a un chaval que tenía toda la vida por delante.

Supongo que la pregunta de "¿qué he hecho mal para que esto acabe así?" se volverá repetitiva. El dolor tardará en borrarse, quizás no se vaya nunca. Y la oscuridad de la familia de Samuel está claro que se ha extendido a más familias. Son las consecuencias de una noche trágica que acabó con la vida de un chico que solo había salido a pasárselo bien

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