Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Dormir en paz

Decenas de personas se refugian en una estación del metro de Kiev para pasar la noche, tras la primera jornada del ataque de Rusia a Ucrania.
Decenas de personas se refugian en una estación del metro de Kiev para pasar la noche, tras la primera jornada del ataque de Rusia a Ucrania.
MIKHAIL PALINCHAK / EFE
Decenas de personas se refugian en una estación del metro de Kiev para pasar la noche, tras la primera jornada del ataque de Rusia a Ucrania.

"Mamá, ¿a dónde vamos a irnos en Semana Santa?". La pregunta me pilla mientras miro qué está pasando con la reunión convocada en Bielorrusia entre la delegación de Rusia y la de Ucrania. Una última esperanza para parar el horror que llevamos días viendo en directo. Rusia ha enviado a un exministro de cultura, lo que dice mucho del compromiso y voluntad que tiene de querer parar realmente esto lo antes posible. Pero mi hija sigue ahí, de pie, al lado, esperando una respuesta. Y soy consciente de que estamos de nuevo ante uno de esos momentos críticos. Sin saber cómo va a terminar todo esto, qué consecuencias va a tener y de que, al lado, nuestra vida, nuestro día a día, empuja por seguir existiendo, por recuperar la vida que llevamos en pausa desde hace tanto tiempo.

Me siento incapaz de decirle a mi hija que, a estas alturas, es difícil saber qué haremos en Semana Santa. Me cuesta pensar en unas vacaciones, en un momento de relax, en el monte, en una playa o visitando una ciudad mientras veo lo que ocurre en Ucrania. Pero ahí están sus 19 años, sus ganas de vivir, sus ganas de recuperar todo lo que no ha hecho en estos meses, sus ganas de tener un objetivo al que agarrarse antes de meterse otra panzada de estudiar. Me siento incapaz y le digo que ya veremos…

Es complicado estos días pasar de estar pendiente, minuto a minuto, de una guerra que nos pilla tan cerca a retomar tu vida, ver un partido de fútbol, hacer deporte, salir a tomar algo con amigos… seguir con nuestras vidas cuando sabes que alguien, igual que tú, ha tenido que salir corriendo de la suya para poder salvarse. Es el caso de Vladislava Onishenko: tiene dos hijos, está embarazada y sale de cuentas en unos días. Su hermano, Andrei Kovalenko defendió la camiseta española de rugby durante muchos años y ahora vive en Barcelona pendiente del teléfono. Cada día bajan al búnker unas 7 u 8 veces. Cada vez que suenan las sirenas. Han decidido quedarse porque en su estado era difícil viajar hasta la frontera…

Cada día bajan al búnker siete u ocho veces. Cada vez que suenan las sirenas

Estos días la ansiedad por no saber qué va a pasar ha vuelto, con toda la intensidad de los meses del confinamiento. La ansiedad y la angustia por la incertidumbre, por perder esa seguridad absurda que teníamos antes. Y te preguntas cómo gestionarla, cómo puedes ayudar a quien no conoces. Los psicólogos lo han definido como la ansiedad bélica: preocuparnos por esa incertidumbre gruesa y pesada que supone no saber qué será de Vladislava, de sus hijos y del bebé que está a punto de nacer.

Solo espero que las noches de paz vuelvan a Kiev, que las noches en un búnker sean un mal sueño. Supongo que, si le preguntaran a Vladislava y a sus hijos, a dónde quieren ir en Semana Santa, será a su casa: poder dormir en su cama, a pierna suelta, sin estar pendiente de las sirenas, dormir en paz.

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