Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Coronasueños

Dos vecinos conversan en el balcón de sus casas en Madrid.
Dos vecinos conversan en el balcón de sus casas en Madrid.
EFE
Dos vecinos conversan en el balcón de sus casas en Madrid.

El otro día hablaba con una amiga, bueno, hablar... intercambiábamos mensajes a través del móvil sobre cómo llevaba ella esta cuarentena, qué tal controlaba su insomnio. Las dos nos lamentamos de vez en cuando de nuestro sueño intermitente, de lo mucho que nos cuesta en circunstancias normales dormir del tirón, de las horas en vela que nos pasamos noches sí y noches también sin conciliar el sueño y dando vueltas en la cama. 

Ella confesaba que estos días, confinada en casa, sin salir, lo llevaba mejor, dormía más horas pero se sentía más cansada. Yo, entrando y saliendo todos los días para trabajar, con un nivel de estrés, lo confieso, bastante alto, lo llevo peor, por no decir fatal.

A los insomnes nos consuela que siempre hay una noche en la semana en la que sabes que acabas cayendo rendido. El cansancio te vence y tu cabeza, que es la causante de todo esto, la que te machaca con mil ideas absurdas durante la noche, acaba por darse por vencida y claudica ante el agotamiento físico. Sí, esperas con ansia esa noche en la que sabes que caerás rendido mientras el resto de la semana la pasas en un duermevelas.

Y más aún desde que empezó todo esto esto: con pocas horas de sueño en el cuerpo, con mucho dolor de cabeza como efecto secundario y con ganas de que vuelva cierta normalidad para que el insomnio solo aparezca cuando hay un problema que resolver y no una pandemia, crisis, muertes en soledad, preocupación por tu gente, trabajo, no trabajo, rondando en tu cabeza.

El caso es que comentábamos que estos días los sueños son especialmente surrealistas. Había soñado con ella, estábamos en una boda, yo trabajando y teniendo que ir a hacer directos entre plato y plato. Absurdo todo. 

Y mientras nos reíamos, me contó que hay una explicación para todo esto. Que a muchísima gente le está ocurriendo esto durante este confinamiento: tener sueños muy reales y muy seguidos. 

Para los expertos es la reacción más lógica a una situación de estrés: estamos en medio de una situación inesperada, que no controlamos, que nunca antes habíamos vivido, que afecta a millones de personas y que es sumamente estresante. No hay ninguna certeza sobre ella, sobre el qué (el dichoso virus), el cómo y mucho menos controlamos el cuándo: no tenemos ni idea de cuándo terminará esto.

Pero es curioso porque mis sueños tienen mucho que ver con mi pasado, aparecen constantemente Pamplona y compañeros de facultad. Y para esto, dicen los expertos, también hay una explicación: confinados, sin salir de casa, se han alterado nuestras rutinas y tenemos la sensación de que no diferenciamos un día de otro, no estamos generando nuevos recuerdos y nuestro cerebro tira de lo ya vivido. 

Se han alterado los ciclos circadianos. Con sueños extraños, muy realistas, muy intensos y que recordamos perfectamente cuando nos despertamos. Habrá que apuntarlos en alguna libreta para, dentro de unos meses, recordar qué nos desvelaba de verdad. 

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