Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Buscando el color entre tanto gris

Riz Ahmed y su mujer Fatima Farheen Mirza durante la gala de los Óscar 2021
Riz Ahmed y su mujer Fatima Farheen durante la gala de los Óscar 2021
Chris Pizzello / POOL / EFE
Riz Ahmed y su mujer Fatima Farheen Mirza durante la gala de los Óscar 2021

Estamos tan hambrientos de normalidad, de gestos cotidianos, de ser testigos de muestras de cariño que cualquier pequeño detalle es susceptible de llegar a la categoría de noticia, o al menos, de tener su minuto de oro e incluso de convertirse en viral. Y yo, hoy, me he propuesto hablarles de algo que no destile ni odio ni les obligue a posicionarse conmigo ni contra mí. He buscado eso que nos podría reconciliar con la cotidianeidad, con los pequeños gestos que nos recuerdan que de esto va la vida. Y que nos saque una sonrisa, aunque sea por un segundo.

La celebración de la noche de los Óscar es una más de esas pequeñas batallas que vamos ganando a la pandemia. Poder celebrarla este año, aunque fuera de otro modo, un tanto extraño, para algunos aburrido, ya era una gran conquista, un síntoma de cierta normalidad. Volver a tener alfombra roja, ver posar a las estrellas de nuevo con sus mejores galas, devuelve a muchos a esa vida que teníamos justo antes de que en nuestras vidas entrara la palabra Covid. Poder celebrar esa gala, la celebración por excelencia de la industria del cine no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, nos evadía un poco del hastío de los confinamientos, de las vacunas y, sobre todo y especialmente, del ambiente insufrible que estamos viviendo en la política.

Sí, cualquier cosa mejor que volver a comprobar que estamos de nuevo embarrados en el odio más acérrimo, en las amenazas, en todo eso que quisimos dejar atrás cuando el terrorismo nos dejó por fin vivir.

Riz Ahmed, antes de que las cámaras empezaran a lanzar sus 'flashes', dio la espalada a los fotógrafos y empezó a colocarle bien el pelo a su mujer"

Así que, volviendo a los Óscar, la noche del domingo prometía. Ver en la alfombra roja a Charlize Theron, Zendaya, Glenn Close, Halle Berry o Brad Pitt era ya todo un aliciente. Las medidas sanitarias fueron extremas, todo el que pisaba esa alfombra tuvo que hacerse una PCR, también los periodistas. Pero daba igual, porque el glamour de Hollywood volvía a desempolvarse en una de sus citas más míticas. En eso estábamos pensando todos hasta que Riz Ahmed, actor nominado a la estatuilla, protagonizó el momento de la noche. Antes de que las cámaras empezaran a lanzar sus flashes, se giró, dio la espalada a los fotógrafos y pidió un momento: empezó a peinar, a colocarle bien el pelo a su mujer. Y ahí nos conquistó a todos. ¡Ese gesto demostraba tantas cosas! Además de estar muy por encima del momento, de no pensar en él –ella iba únicamente de acompañante–, demuestra una complicidad infinita. Saber qué es lo que le preocupaba a ella, estar pendiente y no tener ningún pudor en demostrarlo, no ya en público, sino ante millones de personas de todo el mundo que le estaban viendo en ese momento. Buscaba que ella brillara también esa noche. Un gesto de amor y de enorme generosidad.

En un mundo tan polarizado donde el color gris desaparece y todo es blanco o negro vuelve la paleta de colores. Solo hay que abrir los ojos y levantar la cabeza.

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