Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Cuando tú no eres el árbitro de nada

Mark Zuckeberg, creador de Facebook.
Mark Zuckeberg, creador de Facebook.
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Mark Zuckeberg, creador de Facebook.

En esto hay que mojarse, y Mark Zuckerberg, que desde hace tiempo ha intentado evitarlo, va a tener que tomar una decisión antes o después. Su compañía lleva perdiendo valor en bolsa varios días (suma una caída del 8% desde el viernes) y no se trata de una fuga de datos ni de un fallo de seguridad de la plataforma. Se trata de valores, de lo que Facebook quiere y puede hacer por evitar la discriminación racial, la violencia y la desinformación. Esta vez a Zuckerberg le han tocado el bolsillo, y eso, en una compañía como la suya, se traduce en seguir vivo en medio de una crisis brutal o en morir definitivamente. Facebook es la segunda plataforma con mayores ingresos por publicidad del mundo, más de 60.000 millones de euros el año pasado.

Desde hace unos días las grandes marcas, los grandes anunciantes, han cortado el grifo. Han anunciado que no seguirán publicitándose en la red social de Zuckerberg, que no les aporta valor a su negocio. Todo un boicot que ha provocado un efecto llamada y que cada día suma nuevos anunciantes. Dinero que deja de entrar y que tiene una sola condición: asume que tu plataforma puede hacer mucho más de lo que hace por evitar la violencia, la discriminación racial, el odio y la desinformación.

"Las grandes marcas han anunciado que no seguirán publicitándose en Facebook"

A Twitter no le tiembla la mano a la hora de suprimir y eliminar mensajes que inciten al odio. Aunque los haya escrito el mismísimo Donald Trump. Si la plataforma entiende que lo que hay escrito en ese mensaje no es acorde con los principios éticos de la plataforma, lo elimina y adiós problema. A Facebook hace tiempo que se le lleva pidiendo y reclamando la misma contundencia y Zuckerberg decidió que aquello no iba con él, ni siquiera cuando se le acusó de ser el altavoz para la manipulación electoral de las elecciones americanas.

Al creador de la gran red social le parece que son los usuarios los que deben de autorregularse y que establecer criterios o reglas de juego para interactuar en esa red es desvirtuar en sí misma la red, el porqué la creo y para qué la creó. "Facebook no es el árbitro de nada, ni siquiera de la verdad", ha llegado a decir Zuckerberg. Una frase sumamente arriesgada para un mundo que ha visto cómo demasiadas mentiras o medias verdades nos han llevado hasta la peor pandemia de la historia.

"A Zuckerberg le parece que establecer  reglas de juego para interactuar en esa red es desvirtuarla"

Y ese es un poco el detonante de todo. La última crisis, la del coronavirus, ha hecho que la paciencia de algunos se desborde y la campaña iniciada por Starbucks –y seguida por otros grandes como Unilever– hace tambalear los principios del creador de la gran red social. Hace tiempo que el valor de una empresa dejó de ser únicamente su producto: la imagen, el compromiso, el valor radican en su código ético, un intangible que en este caso se ha convertido en el talón de Aquiles y en la esencia de lo que debe de ser una red social.

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