OPINIÓN

Greta Thunberg y el ecopostureo

Greta Thunberg calla para dar voz a los jóvenes del mundo
Greta Thunberg calla para dar voz a los jóvenes del mundo
Europa Press
Greta Thunberg calla para dar voz a los jóvenes del mundo

Está de moda burlarse de Greta Thunberg por haber encontrado el altavoz que miles de científicos buscaban para transmitir la gravedad del cambio climático. También es tendencia tachar de ignorante eco al que es crítico con la activista. Ni lo uno, ni lo otro. Reírse de Greta no le resta credibilidad a su causa, pero ver el circo que en ocasiones la rodea tampoco significa no estar de acuerdo con ella. Quizá tenga más que ver con no estar del lado del ecoposutero, una estrategia de mercado que utilizan las empresas para aparentar ser más verdes, y que también se hace a nivel individual en Instagram.

Ahora lo más es tener un selfi en la marcha del clima, pero lo de poner en casa tres cubos de reciclaje, ya tal. También los hay que señalan al que no se apunta al cambio drástico en el modo de vida, sin tener en cuenta que su propuesta sostenible es algo elitista. Hay un 13% de la población mundial sin acceso a la energía, esa que facilitó el progreso, aumentó la esperanza de vida y, en consecuencia, el consumo de recursos naturales. Tenemos un problema bien gordo porque aún no hay un contenedor amarillo para cambiar el modelo de desarrollo mundial.

Lo primero que se debería hacer para frenar el cambio climático es educar en la realidad de las alternativas viables (el veganismo también tiene su sistema de producción capitalista). Y habría que ponerle tope a los líderes negacionistas que promueven la desinformación. Lo de Almeida con Madrid Central o el #CaneloClimático de Vox, atentados contra el planeta, no debería salir gratis, pero por encima tienen a empresas de esas con puertas giratorias a las que les vienen bien sus discursos.

El capitalismo es experto en hacernos sentir responsables de los excesos del consumo, cuando la realidad es que el verdadero cambio se necesita en la producción. Son las aerolíneas las que tienen que invertir en aviones menos contaminantes (y no cobrarnos un plus por utilizarlas). Eso sí, no podemos cambiar los intereses de unos por los del capitalismo verde, que ya hay poderosos frotándose las manos al ver que van a tomar el velero, digo, el relevo. El compromiso no puede ser de ecopostureo como el que vivimos estos días de Cumbre en los que hasta las gasolineras se han declarado espacios en los que respirar aire puro. Y que donde de verdad debe hacerse es en las instituciones públicas, que también tienen que asegurarse de que el auténtico ganador sea el planeta.

Necesitamos una Greta para que todo esto ocurra porque los movimientos requieren de un líder casi espiritual que convierta lo práctico en aspiracional. El del clima debe tener el ceño fruncido porque el problema es grave de verdad. Y también tiene que ser menor de edad porque son ellos los que se van a quedar aquí a sufrirlo.

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