Borja Terán Periodista
OPINIÓN

'Got Talent': el éxito y fracaso de un show de cazatalentos

Got Talent
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Mediaset
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La versión original de Got Talent llegó a Telecinco en 2015 cuando este formato ya estaba en repliegue a nivel internacional. Triunfó. La primera decisión de los creadores del programa fue contar con un elenco de miembros de jurado de renombre que no se asociaban a jueces. Jesús Vázquez, Jorge Javier Vázquez, Eva Hache y Edurne con Santi Millán como presentador. Dos estrellas del canal, Jesús y Jorge Javier, por primera vez juntas que cambiaban su papel de maestro de ceremonias a juez como golpe de efecto. Y el formato brilló. Mucho, tanto que renovó y evolucionó.

De aquel primer plantel de jueces sólo sigue Edurne. En ella, se puede realizar una comparativa con el éxito del programa. El papel de Edurne ha ido creciendo: cada vez más cómplice con la audiencia, más espontánea, controlando los tiempos de la pantalla con destreza. No sintiéndose repetitiva. A su lado, el contrapunto de Risto Mejide que se incorporó para remover Got Talent a través de su archipopular perfil de antagonista que es impredecible. 

El jurado es el gran protagonista de Got Talent y el cazatalentos lo utiliza hasta dibujar sus personalidades casi como personajes de un reality show. Sus historias entre bambalinas y sus comentarios entre actuación y actuación son la trama transversal que sostiene el arco narrativo del programa. Tramas que cada vez tienen que ser más ingeniosas, pues el espectador cada temporada que pasa está más resabiado.

Es el problema que sufre esta edición de Got Talent, que va más floja de audiencias. El concurso lleva desde 2015 en emisión y en esta etapa le ha faltado remover el jurado con un fichaje desengrasante, que sirviera de reclamo. Necesita un elemento que rompa con lo ya visto. Más aún cuando las actuaciones empiezan a ser muy parecidas a las de las otras ediciones.

La gracia de 'Got Talent' es que es muy rápido de ver: sale una propuesta artística y los jueces juegan al veredicto. Y así todo el rato. Lo que crea una especie de adición en el público en ver qué será lo siguiente y si pasará la criba o no. Pero el mago, el contorsionista y la cantante ya suenan a repetitivos. Tampoco ayuda la apuesta en escena del espectáculo, que por dinámica de la franquicia del programa es bastante oscura y reiterativa. Falta profundidad teatral, falta romper con lo que la audiencia espera. De ahí que esta temporada Tu cara me suena supere al concurso con facilidad: es más luminoso, impredecible y espontáneo. Cada número crea un universo icónico y cada valoración aporta vivencias y anécdotas en primera persona de sus estrellas.

Pero en la productora de Got Talent son astutos para hacer crecer al programa. Esta noche, han invitado a Jesús Calleja para remover un jurado compuesto ahora por Dani Martínez, Edurne y Risto Mejide. Sin embargo, tras no seguir Paz Padilla, falta un cuarto miembro fijo en discordia que argumente, se moje y atraiga nuevos públicos con savia nueva en sus veredictos. También quizá sería el momento de renovar la estética, para que el show no parezca una reposición de sí mismo en su búsqueda de talentos. Ahí está la otra clave: a Got Talent España ya no basta con talentos, necesita ir más allá: talentos con imaginación que desmonten prejuicios al espectador hasta recuperar la ingenuidad perdida de la audiencia.

El caso de Susan Boyle

Es lo que hizo Got Talent con Susan Boyle. los responsables del programa supieron cocinar el momento televisivo con un instinto de encomiable a la hora de crear una poderosa historia. Se planificó un guion con inteligencia. Primero nos mostraron el lado más freak de la protagonista. Después, nos enseñaron las risas escépticas del público y del mismísimo jurado al ver cómo aparecía sobre el escenario. La audiencia y los jueces prejuzgaron por las apariencias. Más aún, cuando perpetró su memorable movimiento de cadera ante el duro productor del formato, Simon Cowell. Britain's got talent creó a la perfección a través de la humanizadora imperfección el clímax para lanzarnos al abismo del giro de guion apoteósico cuando Susan comenzó a cantar e inesperadamente cantaba como los ángeles. Un choque emocional que hacía, además, pensar al espectador y cuestionarse sus propios prejuicios. Eso es Got Talent.  Ese es su éxito, pero éxito cada vez más difícil de encontrar cuando llevas tantas ediciones.

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