No se justifica ni en el fondo ni en la forma. La repentina decisión del gobierno inglés de imponer cuarentena a los viajeros procedentes de España tiene una base política, no científica.
Los índices epidemiológicos de los destinos turísticos españoles más demandados por los británicos están por debajo de los del Reino Unido. Johnson sobreactúa contra una supuesta amenaza exterior para desviar la atención sobre su caótica gestión de la pandemia. Nuestro sector turístico paga cara su perfidia.
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