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Encarna Samitier Directora de '20minutos'
OPINIÓN

El coronavirus y la gestión de la realidad

Calles prácticamente desiertas en Barcelona este domingo tras entrar en vigor el estado de alarma por el coronavirus.
Calles prácticamente desiertas en Barcelona este domingo tras entrar en vigor el estado de alarma por el coronavirus.
Enric Fontcuberta / EFE
Calles prácticamente desiertas en Barcelona este domingo tras entrar en vigor el estado de alarma por el coronavirus.

El confinamiento del Gobierno durante ocho horas en el Consejo de Ministros, con todo un país convertido en España vaciada y pendiente de las noticias, vuelve a reflejar la dificultad para afrontar un escenario muy complejo. Pero no tan imprevisible. Expertos como los que cita reiteradamente el presidente Pedro Sánchez ya habían avisado de lo que estaba a punto de pasar. Que apenas hace dos días la gente siguiera saludándose con besos y apretones de manos y saturando playas y parques nacionales no quiere decir que no se conociera el avance galopante del virus.

Por fin, la bofetada de realidad se ha impuesto con toda su crudeza. En la era del relato, la realidad, tan despreciada, se ha tomado su venganza y se lleva por delante las estrategias de imagen. La pandemia no requiere de expertos en márquetin, exige responsables capaces de gestionar una crisis de enorme magnitud. Como debe ser, España tiene desde el sábado por la noche una autoridad única, que marcará las directrices a todas las comunidades. No se confinan territorios, como pretende el presidente Torra al pedir esa medida ‘para Cataluña’, se confina a las personas, para frenar el contagio y evitar que se llegue a un colapso sin retorno.

En su comparecencia del sábado, el presidente Sánchez subrayó que el virus no conoce de comunidades autónomas o ideologías, y así es exactamente. Pero ese símil cabría aplicarlo a otros ámbitos. La cohesión y coordinación, que ahora son un asunto de vida o muerte, se hacen necesarias también en tiempos de aparente normalidad para que un país avance. El Covid-19 ha hecho su irrupción cuando los síntomas de frenazo económico, europeo y mundial, ya eran evidentes.

El presidente Sánchez reclamó unidad política y es lo obligado y responsable que la haya. La reunión telemática con las comunidades autónomas deja claro que hay un solo mando, para los recursos sanitarios, para las policías, para la logística. También sería deseable que la Unión Europea y la OMS coordinen sus mensajes. El ministro francés de Sanidad ha alertado sobre las posibles contraindicaciones del ibuprofeno para los afectados por el Covid-19, lo que debería servir no solo para nuestros vecinos sino también, si eso es así, para todo el mundo.

La mayoría de los españoles se ha quedado ya en casa. Los grupos de WhatsApp arden, entre memes que hacen sonreír y mensajes serios: amigos y familiares que dan positivos y otros que reciben el alta. Millones de personas siguen a rajatabla un aislamiento que va a agravar los problemas de soledad, envejecimiento, precariedad. Millones de personas dan también gestos de aliento y solidaridad con el personal sanitario y con los trabajadores de otros sectores que garantizan el funcionamiento básico, desde el personal de los supermercados, farmacias y encargados de la limpieza.

Por eso el Gobierno tiene la obligación máxima de aplicarse la receta de la unidad. No es tan sencillo. Las diferencias de criterio que eternizaron el Consejo de Ministros no pueden reducirse a un enfrentamiento entre PSOE y Podemos. Los titulares de cartera socialistas han tenido puntos de vista divergentes, entre la Vicepresidencia Primera y Economía, por un lado, e Industria y Transportes, por ejemplo, por otro. Diferencias que han afectado de lleno a las dudas de Pedro Sánchez, hasta el último momento, para declarar el estado de alarma. A la cuarta ha de ir la vencida. 

El Consejo de Ministros del martes tiene que ser expeditivo y dar respuesta detallada y eficaz a familias, pymes y empresas expectantes, cívicas y responsables. Para alentar el mensaje de esperanza que, sin obviar las dificultades extremas, lanzó el Gobierno en la noche de ese sábado en la que empezábamos a afrontar lo nunca vivido hasta ahora. 

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