Cada crisis deja sus enseñanzas, y también debería ser así en el caso de la provocada por el coronavirus.
No será el miedo, sino la investigación y el trabajo de los profesionales sanitarios lo que ponga coto a la penúltima amenaza sobre la salud mundial.
Los responsables de salud pública afrontan el reto de informar con detalle y serenidad, aunque eso pueda suponer que un exceso en la dosis cause alarma. Pero nunca la transparencia es el problema: es el antídoto al pánico.
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