Melisa Tuya Redactora jefe de '20minutos'
OPINIÓN

El autismo y la felicidad

  • Este sábado 2 de abril es el Día Mundial del Autismo. 
Jaime
Jaime
Melisa Tuya
Jaime

Jaime tiene 15 años. Es un adolescente que disfruta escuchando música en su tablet, robando yogures de la nevera y durmiendo hasta tarde. Jaime busca el agua como yo el verde; nada y bucea inmerso en la felicidad más absoluta y está aprendiendo a andar en bicicleta, a vestirse y a lavarse los dientes sin ayuda, porque Jaime tiene autismo y discapacidad intelectual. 

Jaime es feliz. Lo puedo afirmar sin temor ninguno. Esa felicidad cotidiana que hay que trabajar desde dentro; la que incluye enfados y decepciones pero logra inclinar la balanza del lado correcto; la felicidad que es realista anhelar y se sustenta en tener ciertas necesidades básicas cubiertas, la famosa Pirámide de Maslow. 

La búsqueda de la felicidad es precisamente el eje central de los actos de Confederación Autismo España para este 2 de abril, el día destinado en todo el mundo a concienciar sobre este trastorno inasible, que se desliza y serpentea reflejando tantas realidades como personas lo tienen. Reivindican en Autismo España "el derecho de las personas con autismo y sus familias a disfrutar de una vida feliz". 

Que Jaime crezca feliz, que la felicidad impere en la familia, es nuestro empeño y prioridad. Me atrevería a asegurar que es el objetivo de todo ser humano, aunque no sea consciente de ello. Y crecer y vivir felices, es perfectamente posible. Lo es con autismo y sin autismo, pero no es gratis. 

"Cuando el autismo entra por la puerta, la necesidad de andamiaje para sostener esa aspiración se multiplica"

Cuando el autismo entra por la puerta, la necesidad de andamiaje para sostener esa aspiración se multiplica: terapias, formación, ayuda para encajar trabajo y familia, comprensión y apoyo del entorno, una atención que con frecuencia solo se encuentra en centros especializados... La lista es larga y muchos de sus elementos se podrían resumir en tiempo y dinero. Y eso solo por citar lo externo. Por dentro también es preciso construir paciencia, relativizar, aprender a distinguir lo realmente importante, a salvaguardar el amor y a parar, a detenerse y valorar los destellos de contento que nos brinda el día. 

No es tarea fácil la felicidad. Es una gesta ardua en la que sobran las zancadillas en forma de listas de espera injustificables para recibir atención temprana o valoraciones de dependencia; de pocos recursos públicos y saturados; de falta de preparación y vocación de profesionales del ámbito de la salud o de la educación; de la carencia de oportunidades laborales; de una sociedad que no acaba de entender lo que implica este complejo trastorno... Otra lista larga.

Las personas con autismo y sus familias queremos poner todo de nuestra parte para ser disfrutar de vidas plenas, pero no podemos solos. Y ese va a ser en verdad el secreto de la felicidad. 

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