Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

La quinta ola de la pandemia

Varios jóvenes a las puertas de un local de ocio nocturno en Sanxenxo (Pontevedra).
Varios jóvenes a las puertas de un local de ocio nocturno en Sanxenxo (Pontevedra).
Marta Vázquez Rodríguez / Europa Press
Varios jóvenes a las puertas de un local de ocio nocturno en Sanxenxo (Pontevedra).

Por segunda vez en un año cantamos victoria antes de tiempo. Doce meses atrás, vivimos una breve etapa de triunfalismo frente a la pandemia que nos amenaza. Se daba poco menos que por erradicado el virus con la confianza añadida de que el calor estival contribuyera a ahuyentarlo de nuestra compañía. Pero el paso breve del tiempo demostró que no era cierto, que se trataba de un error triunfalista, que en el otoño volvería a atacar con virulencia.

Menos mal, pero el mal persiste. La euforia resultó injustificada nuevamente, y los índices de contagios vuelven a ser muy altos

Bastantes miles de personas no pueden contarlo. La ciencia consiguió poner al alcance una vacuna que nos libra del mal. Una buena parte de la sociedad está inmunizada, unos porque han sobrevivido al coronavirus y otros porque ya fueron inyectados con alguna de las vacunas que se pusieron en el mercado. Menos mal, pero el mal persiste. La euforia resultó injustificada nuevamente, y los índices de contagios vuelven a ser muy altos.

Las causas son variadas en medio de la incógnita global. Los jóvenes que aún no habían sido vacunados se lanzaron a resarcirse precipitadamente de los meses de confinamiento y limitación de diversiones. Tiene su lógica, aunque hay en ello una evidente irresponsabilidad tanto por parte de los adolescentes, que no son conscientes de la gravedad de su propensión a divertirse, de los padres y de los gobernantes que no supieron contener a los propietarios de negocios y obligar a algunas actividades con precauciones. La experiencia demuestra que todas son pocas.

Todo parece ser poco al ritmo que aumentan los contagios. La llamada a recuperar las prevenciones que empezaban a abandonarse es urgente

En medio de la alegría por la libertad recobrada, el maldito virus aprovechó para infiltrarse en el ambiente en nuevas y variadas oleadas que están retrotrayéndonos al primer día. El último balance de contagiados jóvenes es de 717 por cada cien mil habitantes. Las UCI de los hospitales vuelven a estar repletas y los muertos a contarse por decenas diarias. Algunas comunidades han vuelto a aplicar medidas drásticas de control y la edad de vacunación está abierta a los adolescentes. Todo parece ser poco al ritmo que aumentan los contagios. La llamada a recuperar las prevenciones que empezaban a abandonarse es urgente.

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