Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Elecciones para no dormir

Un seguidor de Donald Trump increpa a simpatizantes de Joe Biden en la plaza Black Lives Matter, cerca de la Casa Blanca, en Washington DC, EE UU.
Un seguidor de Donald Trump increpa a simpatizantes de Joe Biden en la plaza Black Lives Matter, cerca de la Casa Blanca, en Washington DC, EE UU.
SHAWN THEW / EFE
Un seguidor de Donald Trump increpa a simpatizantes de Joe Biden en la plaza Black Lives Matter, cerca de la Casa Blanca, en Washington DC, EE UU.

Los norteamericanos se han tenido que acostar anoche, agotados por la incertidumbre y la ansiedad, sin saber todavía quién será su próximo presidente. En una prueba evidente de que todos los seres humanos somos iguales, la primera potencia tecnológica, económica y tantas cosas más queremos añadir, a la hora de celebrar elecciones presidenciales no se diferencia gran cosa de cualquier república tercermundista, donde el recuento de los votos aún tiene que hacerse a la luz de un carburo.

La suerte que se juegan los dos candidatos cuyos nombres están estos días en la mente de todos, Donald Trump y Joseph Biden, continuaba dependiendo del lento recuento de los votos emitidos en siete estados de los cincuenta que integran la unión. Los dos candidatos han dejado abiertas sus posibilidades de triunfo y las mantienen veinticuatro horas después codo a codo, por utilizar una expresión deportiva. En principio, Biden lleva una ligera ventaja. Trump, en su “cabreo” crónico, se autoproclamó vencedor desde la propia Casa Blanca.

"La sociedad norteamericana saldrá de la experiencia dividida y enfrentada"

Y no es verdad, al menos de momento. Claro que, tratándose de un personaje mentiroso crónico, sus bravatas no deben ser tenidas en cuenta. Se nota que ha querido convertir en realidad sus ambiciones, y como seguramente le quedaban algunas dudas, combinó su anuncio con una ristra de acusaciones de robo de votos, de protestas contra todo lo que se mueve y de amenazas con elevar una denuncia al Supremo, donde cuenta con mayoría afín por un fraude que no ha revelado y cuando todavía tiene posibilidades de salir reelegido. De momento ya ha pedido que se vuelvan a contar los votos de Wisconsin.

Los últimos datos, que pueden cambiar en todo momento, más bien se inclinan por lo contrario, pero nuca se sabe. Al comienzo de la noche aún estaban sin concluir los recuentos en seis estados, a estas alturas todos importantes. Biden, que acaba de ganar en Wisconsin, cuenta con 237 votos electorales (compromisarios) y Trump, con 213. El que llegue a los 270 será el ganador. Y los votos que les faltan se juegan en Michigan (16), Nevada (6), Arizona (11), Georgia (16) y Carolina del Norte (15).

En los tres primeros, Biden va en cabeza y en los dos últimos, es Trump el que lidera los escrutinios. Las diferencias en algunos estados son mínimas, lo cual significa que pueden cambiar en cualquier momento. En el caso de Nevada el escrutinio fue aplazado hasta hoy, jueves, y aunque solo son seis compromisarios pueden acabar siendo decisivos. Trump, que cada vez ve más lejana su victoria, se muestra más irritado, protesta y pide que se recuenten los votos de Wisconsin y se paralice el recuento de los de Michigan.

Mientras tanto, la tensión va en aumento, alimentada casi siempre por los hooligans de Trump que, siguiendo el ejemplo de jefe, no cesan de amenazar. En todo este maremágnum solo hay algo claro: la sociedad norteamericana saldrá de la experiencia dividida y enfrentada.

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