Menchu Álvarez del Valle era algo más que abuela de la reina Letizia y bisabuela de la futura reina Leonor. Antes de ser conocida por su parentesco tan íntimo con la familia real, ya disfrutaba de admiración y popularidad en Asturias, donde su compañía desde los micrófonos de la radio tanto contribuyó a lo largo de los años a entretener y aliviar la soledad de muchos millares de personas, especialmente del mundo rural, sin acceso a otras ofertas de entretenimiento.
Menchu, como era conocida entre sus paisanos, tenía una voz y una dicción admirables que se añadían al mérito de su solidez a la hora de relatar la información -a la que concedía credibilidad en momentos difíciles- en las transmisiones en directo, su especialidad, en el tratamiento de acontecimientos públicos y en la presentación de programas de todo tipo, desde musicales hasta dramáticos. Lo menos que puede decirse de su profesionalidad es que era única.
La limitación geográfica de una radio regional, cercada por las cumbres cantábricas, cuando aún no existían las cadenas, la privó, sin lugar a dudas, de ser una figura de relieve nacional en el ámbito de la comunicación. Durante décadas fue la persona más popular en su tierra, la más admirada y la más querida por sus paisanos. Ella respondía con una amabilidad que la hacía aún más próxima ante cualquier hecho que narrase, lo mismo de tipo folklórico que en las situaciones dramáticas, como accidentes mineros, ante las que revelaba un sentimiento humanitario contagioso.
"Ser abuela de la reina, más allá de su orgullo personal, nunca le hizo alardear"
Lógicamente, Menchu se sentía orgullosa de su nieta, cuya carrera periodística prometía continuar la tradición familiar antes de asumir la más alta dignidad del Estado. Abuela y nieta compartían un sentimiento de cariño recíproco muy especial. Pero a Menchu, ser abuela de la reina, más allá de su orgullo personal, nunca le hizo alardear ni se valió de su condición para mantener su estatus de vida modesta en los últimos años. Especialmente entre los asturianos, su afecto y admiración la acompañaron hasta el último día y la acompañarán en los venideros.
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