OPINIÓN

Cuentos de hadas y princesas

La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, el día que se casaron, el 8 de octubre de 1997 en Barcelona.
La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, el día que se casaron, el 8 de octubre de 1997 en Barcelona.
GTRES
La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, el día que se casaron, el 8 de octubre de 1997 en Barcelona.

Como en los cuentos de hadas y princesas, fue una boda espectacular digna de la hija de unos reyes: Cristina, infanta de España, una novia radiante, era la viva imagen de una mujer feliz y enamorada; Iñaki Urdangarin, el apuesto novio, desplegaba todo su atractivo y era considerado entonces el yerno ideal. Se casaron y fueron felices, o al menos eso parecía. Llegaron los hijos, cuatro. Ella compaginaba sus obligaciones de representación de la Corona con su trabajo en la Caixa y él, su actividad deportiva, y más tarde la empresarial, con su apoyo a la infanta como consorte.

Después vinieron los negocios poco claros y la vida dejó de ser un cuento de hadas cuando estalló el caso Nóos. La infanta Cristina tuvo que sentarse en el banquillo de los acusados, aunque finalmente fue absuelta, y su marido Iñaki, condenado a cinco años y dos meses de prisión.

Aquello fue una dura prueba y, pese a las presiones que aconsejaban un alejamiento, la pareja se mantuvo unida. Cuando parecía que, con la libertad condicional de Urdangarin, las cosas volverían a normalizarse, unas fotos en las que él aparecía de la mano de una joven acompañante desataron un gran revuelo.

Ahora, 24 años después de aquella boda, un escueto comunicado de tres líneas oficialmente informa de la "interrupción" de su relación matrimonial. En palabras de Urdangarin, "son cosas que pasan".

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