Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Belén Rodríguez y cuando los colaboradores de 'Sálvame' (no) huelen el miedo

Belén Rodríguez el pasado sábado en el polígrafo
Belén Rodríguez el pasado sábado en el polígrafo
Mediaset
Belén Rodríguez el pasado sábado en el polígrafo

El pasado sábado la versión nocturna de 'Sálvame' realizó el polígrafo a Belén Rodríguez, histórica comentarista de realities shows que alcanzó la popularidad en los corrillos de María Teresa Campos. En este tipo de programas, la máquina de la verdad habitualmente se ha utilizado como elemento sórdido para poner contra las cuerdas a un invitado. Pero, sorpresa, en realidad funciona mejor cuando la cobaya que se presta al detector de mentiras de Conchita otorga al invento la relevancia que tiene. Es decir, se ríe con cierta comedia de la situación. Es lo que ha sucedido con Belén Rodríguez, es el secreto del éxito de esta nueva incorporación o reincorporación al formato de Telecinco.

Belén Rodríguez funciona en el universo de Mediaset por su espontaneidad a la hora de argumentar su vida y la de los demás sin dar demasiados rodeos ni caer en eufemismos. Su clave está en que no se toma en serio, lo que debilita la posibilidad de encerronas de sus compañeros. Ahora, ha regresado a la palestra en un momento en el que Sálvame necesita una renovación de personajes para desengrasar la monotonía de los que quedan y que están empezando a caer en dinámicas repetitivas. Ahí han entrado al terreno de juego Carmen Alcayde y la propia Belén Rodríguez, ambas generosas en pantalla al compartir sus emociones con el espectador. 

Pero,  ¿cómo sobrevivir a la intensidad de este magacín con tanto de reality show de convivencia? La clave está en la habilidad de Belén Rodríguez en relativizar las propias malicias del espacio cuando toca sufrirlas. Es sólo un show de televisión. Pero los colaboradores de 'Sálvame' huelen el miedo y la inseguridad, y se aprovechan de ello para generar polémica cuando se nota que un invitado está atemorizado. Sin embargo, si acudes al programa con la inconsciencia de que no te impone el espectáculo, ganas. Es más, los propios colaboradores entran en una especie de síndrome de Estocolmo con el invitado. Porque no le amedrenta y, entonces, domina la situación. Es el truco con el que el propio Jorge Javier Vázquez no ha sido tampoco fagocitado por su gran programa.

"La naturalidad de Belén Rodríguez logra hacer intrascendentes las locas preguntas del polígrafo de Conchita"

Vázquez en las múltiples versiones de Sálvame no suele ser trascendente, es cercano. Incluso se podría decir que habla al espectador como lo hace con sus amigos. Su gran cualidad está en la sincera ironía, con la que maneja bien los tiempos y, a la vez, hace más digeribles los conflictos.

Jorge Javier suele equilibrar muy bien su curiosidad con la del espectador, propiciando un estrecho vínculo de complicidad con los seguidores de Telecinco. Pregunta con humor aquello que el público está pensando desde casa, por impertinente que sea la pregunta. En cierto sentido, él es tan travieso como su audiencia. E imperfecto, cuando no puede frenar su lado más soberbio que, en realidad, muestra una personalidad más vulnerable. Así ha ido construyendo un todopoderoso lazo de empatía con un público que siente al comunicador como parte de la familia. Ahí también está el buen rendimiento de Belén Rodríguez como contrapunto: está aliada con el público, está por encima de 'Sálvame'. Tanto que con su naturalidad hasta termina haciendo que parezcan intrascendentes las locas preguntas del polígrafo de Conchita. 

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