Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Contra los exámenes de test

Elige la respuesta que no es errónea, pero es casi verdad.
Elige la respuesta que no es errónea, pero es casi verdad.
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Elige la respuesta que no es errónea, pero es casi verdad.

La universidad se encuentra en estos días en periodo de exámenes. Son días complicados para profesores y alumnos. Les mandamos mucho ánimo a todos. A algunos profesores les enviamos también una invitación a hacer una reflexión importante: ya vale de exámenes de test. Se han terminado las excusas. Es evidente que una persona que supera una de estas pruebas demuestra conocimientos y una capacidad para diferenciar lo correcto de lo erróneo, pero no es suficiente.

El elevado número de alumnos, el tiempo de corrección y evitar la incomodidad de la revisión de examen no sirven como justificación cuando lo que se quiere hacer es formar profesionales y no concursantes de Saber y Ganar. Es complicado imaginar un momento de la vida profesional de cualquier persona que se parezca remotamente a un examen de test. Yo solo me he encontrado alguna cosa parecida jugando al Party. La respuesta correcta era “Pluto”. No te suelen dar cuatro opciones en ningún puesto de trabajo y no te suelen restar puntos cuando te equivocas.

"El test ataca completamente a uno de los objetivos que debe tener cualquier maestro: enseñar a pensar"

Estamos en el siglo XXI. Hay que empezar a hablar y, sobre todo, a escuchar el lenguaje del alumno. Quizá las formas de examinar deban renovarse. La expresión escrita sigue siendo importante, pero la expresión oral, delante de una cámara, por ejemplo, empieza a ser fundamental. El test ataca completamente a uno de los objetivos que debe tener cualquier maestro: enseñar a pensar. Además, olvida la expresión, el talento, la creatividad y la circunstancia del alumno. El test perjudica a los que van sobrados porque se acomodan y no aprenden más. La respuesta está ahí, solo hay que encontrarla. El interés desaparece rápido. A los que van más justos, se les organiza un lío descomunal.

Es entendible, aunque también se puede criticar, que las pruebas de oposición a plazas del sector público tengan algún ejercicio de test. En primaria, secundaria y bachillerato, los test deberían limitarse a juegos que se hacen con el ordenador como ensayo o divertimento. Es ridículo hacer un examen de historia con un test. También lo es, lo digo por experiencia, hacerlo en la asignatura de Derecho Administrativo, Civil o en un MBA.

No me creo que nadie se haya hecho profesor en su vida para preparar exámenes de test. No me gusta imaginarme a los maestros redactando preguntas equivocadas y recurriendo a programas informáticos que almacenan y mezclan las preguntas. No me gusta pensar en una base de datos que se repite aleatoriamente año tras año. Eso lo hacen los profesaurios. Las plantillas de corrección y esas máquinas que corrigen son una aberración. Recuerdo que el mayor esfuerzo docente de algún profesor era que pusiéramos una raya en lugar de una equis para que la puñetera máquina leyera bien las respuestas. Esto no es una cadena de montaje, no somos robots. Profesores: todas las anteriores son ciertas. Ya vale. 

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