Cuando pensaba que su vida se iba a limitar a dar alguna charla y a mantener su empresa de economía social, Zapatelas, Manuela Carmena se vio en apenas unos meses al frente de la alcaldía de Madrid. Pasados dos años de la salida del palacio de Cibeles, publica "La joven política" sobre la experiencia de esa etapa y con el expresivo subtítulo "un alegato por la tolerancia y crítico con los partidos".
Efectivamente, el libro expone las dificultades a las que Carmena tuvo que hacer frente, empezando por una oposición que no le dio ni un día de tregua. También sus propios compañeros le amargaron muchos días: después de auparla, les parecía más relevante que los puestos se ocuparan por cuotas que por la capacidad para la gestión. Y Madrid es mucho Madrid. Entre lo que más le dolía a Carmena, el clima de insulto permanente, resumido en una cínica nota anónima de un concejal de la oposición: “Manuela, no te tomes en serio esto que te decimos. Eres una persona estupenda; esto solo es política”.
"Entre lo que más le dolía a Carmena, el clima de insulto permanente"
Pero Carmena se ha tomado siempre muy en serio la política. Desde que llegó a la Universidad, militó en el PCE y en el feminismo y participó activamente en la construcción de la Transición que, como dice, "ni la hizo Suárez, ni la hizo el Rey, sino que fue el esfuerzo de mucha gente, en la que trabajamos desde mucho antes". Aún le tocaría sufrir el horror de la matanza de sus compañeros de Atocha y seguir adelante tras tamaño drama.
Luego Carmena opositó a juez y continuó su trayectoria de pionera. Debutó en la isla de La Palma, como la primera juez que llegaba a la ahora tristemente notoria isla, y fue de las primeras en pertenecer al Consejo General del Poder Judicial, velando siempre por la humanización de la Justicia.
Pasada ya la intensa etapa de la alcaldía, mantiene la esperanza de que el rigor y el respeto vuelvan a la política, sin dejar de hacerse preguntas diferentes y explorar nuevos caminos. En las conclusiones de "La joven política", presentadas como "La paz es posible", Carmena invita a cuidar la democracia y hace propuestas bien provocadoras.
Sostiene que la democracia directa no es el sistema asambleario, fácilmente manipulable, sino que hay dos ejercicios de democracia directa que se hacen por sorteo, el jurado y la organización de las elecciones, en las que los ciudadanos actúan admirablemente. O que, en vez de a los partidos, se vote por puntos sus propuestas. Y es que, escribe Carmena, “cuando se tachan unos a otros de fascistas o comunistas… no dejan de ser acusaciones burdas ante la dificultad de definir lo que tenemos, un capitalismo con matices, en el que las diferencias las establece el estilo personal del dirigente”.
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