Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

La vacuna de Superman

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, durante su mitin de campaña 'Make America Great Again' este lunes en Florida.
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
GIORGIO VIERA / EFE
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, durante su mitin de campaña 'Make America Great Again' este lunes en Florida.

Contaba The New York Times que Donald Trump pretendía salir del hospital donde ingresó por Covid con una camiseta de Superman bajo el traje. La idea que manejaba era mostrarse primero físicamente débil para después abrirse la camisa y enseñar la de Superman enfatizando su "prodigiosa recuperación". Alguien próximo con dos dedos de frente debió convencerle de que no hiciera el idiota y fuera más discreto con una pandemia que ha matado ya a casi 300.000 norteamericanos. Desde entonces no deja de hablar de la Covid con un discurso errático casi siempre contradictorio con su estrategia inicial de perderle respeto al virus.

Lo cierto es que su nefasta política sanitaria lleva camino de arruinar su reelección como presidente de los Estados Unidos. Las encuestas casi no pueden serle más desfavorables habida cuenta de que el candidato que ocupa la Casa Blanca goza siempre de un plus de notoriedad institucional que le empuja a la reelección. Estamos a diez días de las elecciones y los sondeos otorgan a Biden una ventaja de entre ocho y diez puntos. Es cierto, sin embargo, que en el 2016 nadie esperaba la victoria del magnate frente a Hillary Clinton, a la que también favorecía la demoscopia, y Donald Trump, con más de tres millones menos de votos que su rival, ganó.

"El presidente lo apuesta todo al posible anuncio de una vacuna norteamericana contra el virus"

El sistema electoral vigente es el mismo de entonces, pero hay matices que conducen a pensar que esta vez Trump lo tiene bastante más crudo que entonces. Además de que Biden se ha situado de forma estable muy por encima del 50% en los sondeos, cota que Hillary nunca alcanzó, el avance de la pandemia en los EE UU, con 60.000 contagios diarios, no le da tregua alguna. Una situación que lejos de afrontar con prudencia y humildad saca lo peor de su naturaleza histriónica, provocando incluso el rechazo y la indignación de muchos compañeros de partido. Desde tachar de bastardos a los medios de comunicación que informan de la pandemia hasta los ataques a su propio asesor sanitario ofrecen una imagen patética que, esta vez, no rema a su favor.

Anthony Fauci, máxima autoridad de los EE UU en epidemiología, dijo no sorprenderse de que el presidente contrajera el virus tras ver el multitudinario acto montado en los jardines de la Casa Blanca para anunciar a su candidata al Tribunal Supremo, la jueza conservadora Amy Coney Barrett. Una ceremonia descaradamente electoral donde casi nadie llevaba mascarilla ni se mantuvieron las distancias. Siete días después, una veintena de personas, empezando por el propio presidente, su esposa Melania y varios altos cargos y senadores, anunciaban haber contraído la Covid. Trump ha tachado de idiota al doctor Fauci, lo califica de desastre y, sin ningún argumento científico, afirma que, de haberle escuchado, habría medio millón de muertos.

Estos bastonazos del presidente transmiten una imagen de candidato desesperado que merma sus posibilidades electorales. Los analistas en Washington creen que solo un golpe de efecto de última hora puede voltear los actuales augurios. El presidente lo apuesta todo al posible anuncio de una vacuna norteamericana contra el virus. Trump asegura que solo la quiere para "salvar vidas", pero apremia a los laboratorios porque, a diferencia de Superman, lo único que le importa es tenerla antes de las elecciones para salvarse él.

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