Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

El pérfido Johnson

El primer ministro británico, Boris Johnson, en el 10 de Downing Street, en Londres, el 25 de marzo de 2020.
El primer ministro británico, Boris Johnson.
WILL OLIVER / EFE
El primer ministro británico, Boris Johnson, en el 10 de Downing Street, en Londres, el 25 de marzo de 2020.

A las 6.30 de la mañana del pasado martes 8 de diciembre, una anciana de 90 años llamada Margaret Keenan entraba en el hospital universitario de Coventry donde le esperaba una enfermera filipina y un nutrido grupo de periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión. La señora Keenan no es ni una veterana actriz de Hollywood ni una escritora de éxito. Por no ser ni siquiera es inglesa, sino de Irlanda del Norte, pero el Gobierno de su graciosa majestad quiso que fuera la que inaugurara una campaña de vacunación con la que Boris Johnson pretende que los ciudadanos del Reino Unido olviden su errática gestión de la pandemia

Johnson, al igual que otros populistas de su calaña como Trump o Bolsonaro, proclamó orgulloso su negacionismo dejando que "todo el mundo se infecte" para generar inmunidad de grupo y primar la marcha de la economía. No se apeó del burro hasta que el inminente colapso del sistema sanitario le obligó a aplicar medidas drásticas cuando su país estaba ya de Covid hasta las trancas.

"En la UE saben que Johnson juega sucio y exigen garantías de que va a cumplir lo que se acuerde"

Estos días, todo su núcleo duro de papanatas eurófobos se volcaba en agitar un patriotismo patético presentando la campaña de vacunación como un gran logro de los británicos por el simple hecho de que su agencia del medicamento había dado el visto bueno a la vacuna de Pfizer y BioNTech antes que nadie. En semejante delirio, su ministro de Educación, Gavin Williamson, se atrevió a decir que son los primeros en vacunar porque tanto el Reino Unido como su agencia reguladora son "mejores" que los demás. Se da la circunstancia de que la vacuna que les inoculan a los británicos fue obtenida en un pequeño laboratorio alemán de la farmacéutica BioNTech fundada por un matrimonio de origen turco. No solo eso, sino que todas y cada una de las 800.000 primeras dosis que están siendo distribuidas para esa campaña que tanto celebran proceden de una factoría de Bélgica, cuya capital, Bruselas, es la viva representación del maligno para su antieuropeísmo.

A Johnson todo le vale, especialmente en este trance crítico en que se agotan los plazos para la entrada en vigor del brexit. Su descarada pretensión de acordar con los negociadores comunitarios una suerte de ley del embudo en la que el Reino Unido mantenga las ventajas comerciales de la permanencia en la UE sin asumir sus inconvenientes ha ido logrando que los socios comunitarios fueran apostando por la ruptura antes que ceder a las chulerías del inglés. Entendiendo que lo deseable sería un acuerdo justo y equilibrado, la Comisión Europea es consciente de que la posición de Boris Johnson se ha debilitado enormemente tras la derrota de Trump y que ahora es tan importante o más entenderse con Joe Biden que con él.

La UE no puede ni debe consentir que un país de casi 70 millones de habitantes, separado tan solo por el canal de la Mancha, pueda competir con la ventaja de rebajar los estándares laborales y medioambientales.

Johnson y Von der Leyen acordaron en Bruselas darse hasta el domingo para intentar llegar a algún tipo de entendimiento. Esto ocurrió tras corregir el primer británico la ley que violaba el acuerdo previo alcanzado con la UE, corrección que, de alguna forma, presentó como un gesto de buena voluntad pero que muestra la escasa fiabilidad del personaje. En la UE saben que Johnson juega sucio y exigen garantías de que va a cumplir lo que se acuerde y, de no ser así, estaría ya asumida una salida abrupta.

Aquello de la "pérfida Albión" que divulgó Napoleón Bonaparte, para enfatizar la deslealtad que atribuía a Inglaterra, vuelve dos siglos después a cobrar sentido en la figura de Boris Johnson. Él encarna hoy esa perfidia ante los suyos y ante Europa.

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