Tuvo el Gobierno de España en sus manos. Pudo instalarse en la vicepresidencia con PSOE o PP casi de por vida y obtener presidencias autonómicas y grandes alcaldías para su formacion. Jugó mal sus cartas y un error táctico clamoroso le hizo perder el domingo su gran capital electoral.
Este lunes hizo el mejor discurso de su vida, el de la despedida. Ofreció todo un recital de dignidad y decencia política, a lo que por desgracia no estamos acostumbrados. Se marcha, dando ejemplo, Albert Rivera, un líder honesto que pudo reinar.
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