Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

Es el ‘brexit’, estúpidos

A puñetazo limpio, un grupo se enfrenta en una gasolinera. Quienes venían a llenar el depósito terminan enzarzados en el suelo. Es el resultado de la enorme crispación que estos días vive Reino Unido. Largas colas colapsan los accesos a las estaciones de servicio. Los conductores se agolpan por miedo a quedarse sin combustible. Un bien que ahora mismo escasea y que, en muchos establecimientos, comienzan a racionar. La petrolera BP ha cerrado casi un centenar de estaciones. La gasolina no llega porque faltan camioneros que la transporten. El Brexit endureció las medidas para los extranjeros y ahora se han quedado sin miles de conductores. Los transportistas hacen frente ahora a un vacío difícil de llenar. Ante el pánico, el gobierno ha dado luz verde a 5.000 visas temporales de trabajo. Pero no es suficiente. Se necesitan unas 100.000, veinte veces más, para rescatar a un sector en crisis.
Tensión en las gasolineras británicas por falta de abastecimiento.
A puñetazo limpio, un grupo se enfrenta en una gasolinera. Quienes venían a llenar el depósito terminan enzarzados en el suelo. Es el resultado de la enorme crispación que estos días vive Reino Unido. Largas colas colapsan los accesos a las estaciones de servicio. Los conductores se agolpan por miedo a quedarse sin combustible. Un bien que ahora mismo escasea y que, en muchos establecimientos, comienzan a racionar. La petrolera BP ha cerrado casi un centenar de estaciones. La gasolina no llega porque faltan camioneros que la transporten. El Brexit endureció las medidas para los extranjeros y ahora se han quedado sin miles de conductores. Los transportistas hacen frente ahora a un vacío difícil de llenar. Ante el pánico, el gobierno ha dado luz verde a 5.000 visas temporales de trabajo. Pero no es suficiente. Se necesitan unas 100.000, veinte veces más, para rescatar a un sector en crisis.

Contaban los representantes europeos la sorpresa y preocupación que les causó la delegación británica que negoció los términos de la salida del Reino Unido de la UE. El grupo europeo encabezado por Michel Barnier acudía a las reuniones cargado de documentación para negociar con datos los importantes aspectos a dirimir de la nueva relación, mientras que los británicos iban sin un triste papel. La sensación que tuvieron fue que aquello les importaba poco, como si no advirtieran ninguno de los perjuicios de su salida de la Unión ni los riesgos de una marcha desordenada.

Parecían estar convencidos de que sería la Europa comunitaria y no ellos quien sufriría en solitario las consecuencias negativas del brexit. Empezaron a entender que no era así al percatarse del melón abierto en Escocia, donde habían votado en contra de su salida del Reino Unido para seguir siendo miembros de la UE y donde ahora reclamaban un nuevo plebiscito para volver a integrarse en ella. Más peliagudo aún se reveló el problema creado por la frontera entre las dos Irlandas, donde ni unionistas ni republicanos quieren barreras de ningún tipo, ni siquiera esa ortopédica frontera en el mar que terminó acordándose. El fantasma de la violencia en el Úlster volvía a sobrevolar a causa del brexit.

No parece que movilizar al Ejército, vaya a resolver el problema que afecta también a las farmacias y a los supermercados

Ninguno de aquellos negociadores británicos contó tampoco con lo que podía sucederle a su país si maltrataban la mano de obra comunitaria hasta expulsarla del Reino Unido. Nadie en esa prepotente delegación debió trabajarse un escenario como el que ahora padece la antigua capital del imperio. Gasolineras cerradas durante semanas sedientas de suministro por falta de camioneros extranjeros que mayoritariamente realizaban ese servicio. 

Casi cien mil profesionales del transporte a los que pusieron de patitas en Europa y a los que ahora pretenden recuperar con unos visados temporales que no han logrado atraer a unos conductores a quienes antes humillaron. No parece que esa oferta, ni la de movilizar al Ejército, vaya a resolver el gigantesco problema de suministro que afecta también a las farmacias y a los supermercados amenazando hasta las Navidades porque tampoco tienen matarifes para sacrificar a los cerdos.

Sin sentido alguno del ridículo Boris Johnson se empeña en achacar esta crisis a la pandemia y no al brexit, solo la machacona evidencia le ha llevado a reconocer en el Congreso de los tories una cierta relación con la salida de la UE, aunque advirtiendo en tono épico que por grave que sea la situación no permitirá "la inmigración indiscriminada". El Gobierno británico trata de parchear el roto, pero sigue empeñado en sostener y no enmendar el sagrado dogma del brexit. Su idea es corregir las normas que le han metido en esta situación, pero lo menos posible para no provocar una estampida de todos los sectores que claman por la vuelta a la libre circulación de sus productos.

Nunca admitirán el gigantesco fraude político, intelectual y ético del populismo eurófobo que promovió el 'brexit'

Lo que sufre entre alarmada y atónita la ciudadanía británica no solo son las consecuencias, no advertidas, de su salida de la UE, sino también las normas del acuerdo con Europa que Boris Johnson se empeñó en fijar y que ahora pretende renegociar. Nada de esto le contaron a la ciudadanía cuando prometían el paraíso de abandonar el club europeo

Ahora ni siquiera la oposición alude al brexit como causa de sus males, imponiéndose una suerte de orgullo nacional que les impide reconocer ante Europa el error histórico en el que incurrieron. Nunca admitirán el gigantesco fraude político, intelectual y ético ejercido por el populismo eurófobo que promovió el brexit. Por muy estúpidos que parezcan.

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