OPINIÓN

Vox me da miedo

El líder de Vox, Santiago Abascal (d), y la candidata del partido a la presidencia de Madrid, Rocío Monasterio, durante la candidatura para las próximas elecciones del 4 M, en Vallecas, a 7 de abril de 2021, en Madrid
Rocío Monasterio y Santiago Abascal.
ALBERTO ORTEGA
El líder de Vox, Santiago Abascal (d), y la candidata del partido a la presidencia de Madrid, Rocío Monasterio, durante la candidatura para las próximas elecciones del 4 M, en Vallecas, a 7 de abril de 2021, en Madrid

Entiendo perfectamente que el resto de España esté de Madrid hasta las narices. Las elecciones de la Comunidad han tomado una dimensión que ya no es que parezcan las generales, sino que tienen el espíritu de decidir si nuestro país sigue creyendo en la democracia. Y parece que también se debate si enviar por correo balas y navajas ensangrentadas es algo aceptable.

Seguro que todos los partidos han alimentado el espíritu ofensivo de esta campaña, aunque Vox ha cruzado todas las líneas rojas. Empezaron fuerte con su lema, "Protege Madrid", como si estuviéramos en el Nueva York de los setenta. Igual es que tienen un acuerdo con los de las empresas de alarmas a domicilio que se anuncian cada dos por tres desde que arrancó la polémica de los okupas. La candidata a la presidencia, Rocío Monasterio, parece que para convencer a sus votantes necesita salir en el cartel electoral con un hombre (para más, su jefe). Lo que tiene claro es que ya no necesita disimular el mensaje: aquí el problema son los inmigrantes y los pobres.

Para Vox, los menores no acompañados se mueven en manadas robando, violando y sembrando el caos por las calles de Madrid. Un mensaje peligroso y doloroso que, como le dijo Susanna Griso a Monasterio, que venga de una mujer que se declara católica es de lo más contradictorio. Juan José Millás ha encontrado la explicación al describir sus maneras como las del pellizco de monja, ese que te pegan mientras te sonríen con candidez. Un oxímoron que, junto a las maneras militares del legionario Abascal, son la bandera de un partido que ha conseguido demasiado poder haciendo del enfrentamiento con la modernidad su bandera.

"Me horroriza la hipocresía con la que piden el voto en los barrios obreros mientras miran cómo van sus acciones en el Ibex 35"

Nunca entenderé cómo es posible que estar a favor del progreso se haya convertido en motivo de burla. "Mira, ahí están los progres, no como nosotros, que somos fans de la España retrógrada". ¿En serio hay gente que no quiere que avancemos? Hacia la derecha o la izquierda, cada uno sabrá, pero volver atrás en un mundo que no para de avanzar suena a muy mala solución.

Se ha criticado el blanqueamiento que los medios le han dado a Vox y que les habría ayudado a llegar hasta el poder. Dudo haberlo hecho desde esta columna, pero, por si las dudas, voy a ser de lo más sincero ahora. El ansia del partido de ultraderecha por recortar libertades me aterra, igual que su clasismo, racismo y homofobia. Me horroriza la hipocresía con la que piden el voto en los barrios obreros mientras miran cómo van sus acciones en el Ibex 35. Vox me da miedo.

No estoy seguro de que en Madrid haya todos esos peligros que gritan Monasterio y Abascal en sus mítines, pero sí tengo claro el daño que puede llegar a hacer la ultraderecha. Igual de quien hay que proteger Madrid es de Vox. Al miedo hay que vencerlo en las urnas.

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