Los rifirrafes entre ministros, ahora por la reforma laboral, otrora habituales, se han recrudecido en los últimos días hasta dejar entrever un posible adelanto electoral, posibilidad que cobra cada vez más fuerza.
Lo que subyace en estas tiranteces es más un afán por arrogarse el mérito de las medidas a implantar que una voluntad de plasmar reformas sustanciales en un país en el que las mayorías parlamentarias son cada vez más justas y en tiempos de precampaña, casi imposibles.
Todo en un contexto de debate de Presupuestos, con ciertos guiños de tinte electoral, y con un horizonte a priori –solo a priori– favorable al PP, que salvo error (posible) tiene unas perspectivas más favorables al haber sido capaz de arrollar a Cs y contener a Vox. Un adelanto electoral pillaría a Yolanda Díaz sin espacio para rearmarse e impediría, además, el desgaste que le supondría al PSOE una hipotética ruptura del pacto de gobierno una vez reorganizado UP y una convocatoria electoral que sería obligada en ese caso al quedarse en minoría.
Un adelanto electoral pillaría a Yolanda Díaz sin espacio para rearmarse
La última razón de peso se apoya en un posible adelanto electoral en Andalucía y Castilla y León, donde una victoria del PP reforzaría el mensaje de cambio de ciclo político y donde no es descartable el que se vaya a las urnas si no se aprueban los Presupuestos. De hecho, la abstención del PSOE está sobre la mesa.
Hasta Redondo, que ha pasado a mejor vida, dice que si fuera Sánchez convocaría elecciones, teniendo en cuenta que el que gana las municipales, gana las generales. Yendo a las urnas antes, el PSOE se ahorraría el trago de un hipotético resultado adverso. Y mientras tanto miramos a Portugal, con un adelanto electoral a las puertas.
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